Trasmoz, el pueblo maldito.

La historia del único pueblo maldecido y excomulgado del mundo por la Iglesia Católica, excomunión que aún perdura en nuestros tiempos.

 

Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (05/11/2020):

 

 

Se trata de todo un clásico del misterio y la heterodoxia española, el único pueblo excomulgado del mundo, un lugar, a las faldas del Moncayo, que se convirtió en reducto del laicismo y la heterodoxia en plena Edad Moderna. En la actualidad, cuando aún perdura la excomunión contra el pueblo y todos sus habitantes, Trasmoz[1] acoge uno de los acontecimientos claves de la España heterodoxa: una feria en honor a la brujería y la magia, donde se otorga el premio a la “Bruja del Año” y donde, por supuesto, no faltan mercadillos esotéricos, música en directo, combates medievales y representaciones teatrales. Esta feria tiene lugar cada año, desde hace más de veinte, en los meses de julio.

La historia de Trasmoz, en la provincia de Zaragoza, a escasos trece kilómetros de la bella Tarazona, se inicia en la Edad Media con la creación del Señorío de Trasmoz en algún momento del siglo XII. Durante sus primeras décadas de existencia, el Señorío dependió alternativamente del Reino de Aragón y del Reino de Navarra, hasta que Jaime I de Aragón, conquistó el territorio definitivamente en 1232.

Para mediados del siglo XIV, el Señorío estaba en manos de la Casa de Luna, que lo conserva hasta el año 1437, cuando Alfonso V se hace con su posesión tras el apoyo que prestó a Jaime II de Urgel en el Compromiso de Caspe, cediéndosela a Lope Ximénez de Urrea, el I Conde de Aranda. Y es aquí cuando comienzan los problemas, dado que en las cercanías existía un monasterio con el que desde un primer momento comienzan a darse roces entre los religiosos y los nuevos nobles de la zona.

Tras la muerte de Lope, le sucede Don Pedro Manuel Ximénez de Urrea, que era el segundo hijo del conde. Esta sucesión no estuvo exenta de conflicto, pues a quién correspondía en realidad las propiedades era al primogénito Don Miguel Ximénez de Urrea, quien había heredado el título del padre. Pero la posesión del Señorío de Trasmoz generó un enfrentamiento entre los hermanos en el que acabó venciendo Don Pedro, quien muy pronto lleva también al extremo el conflicto con el Monasterio de Veruela por unos problemas de riegos.

Este conflicto casi desencadena una guerra civil y acabó llevando a los monjes a realizar un rito del que no se tiene más constancia en la historia del cristianismo: la lectura del Salmo 108 con el que quedó maldecido el pueblo de Trasmoz en el año 1511. El Abad del monasterio, además, levantó una cruz negra en la entrada del pueblo como signo de aquella maldición.

Aquella maldición, nunca antes hecha por la Iglesia Católica, ni jamás repetida, se debía al hecho que el pueblo ya había sido excomulgados siglos atrás, en el siglo XIII.

Se desconocen los motivos exactos de esta excomunión, que al parecer se justificaba por la fama de herejes, heterodoxos y brujas que tenían los habitantes de aquel pueblo. Sin embargo, lo más probable fuera la negativa de sus habitantes a doblegarse ante el Monasterio de Veruela. No debemos olvidar, que en aquella época, los monasterios actuaban como verdaderos señores feudales. Y en este caso, el Real Monasterio de Santa María de Veruela[2], que este es su nombre completo, era un auténtico poder feudal que ejercía su control absoluto sobre todos los territorios de la zona. Poseía las localidades de Ainzón, Alcalá de Moncayo, Bulbuente donde poseían el Castillo-Palacio de los Abades de Veruela, Litago, Pozuelo de Aragón y Vera de Moncayo, además de poseer una granja en Magallón (la conocida como Granja de Muzalcoraz), el despoblado medieval de Villamayor, pueblo desaparecido entre los siglos xiv y xv, en el actual término de Bulbuente, sin olvidar que también poseyó hasta 1409 Maleján y hasta el siglo xv, La Joyosa. Todas estas posesiones convertían al monasterio en el gran señor del Valle de La Huecha y de las actuales comarcas de Borja y Tarazona. El pequeño Señorío de Trasmoz era, ni más ni menos, que una piedra en el zapato de los monjes feudales del monasterio.

Como vemos, el detonante real de la excomunión y posterior maldición al pueblo de Trasmoz fue más política y económica que otra cosa. Trasmoz poseía más derechos otorgados por la Corona[3] que el propio monasterio, derechos que hicieron valer, negándose a ser gobernados por los abades de turno. Esto generó un enfrentamiento entre los señores de Trasmoz y sus gentes con los religiosos cistercienses de Veruela. Un conflicto que acabó como ya hemos explicado y que generó una leyenda negra acerca del pueblo. Leyenda de hechicería, aquelarres y terribles pactos con el demonio.

Lo cierto es que gran parte de todas aquellas leyendas fueron solo eso: leyendas. Historias y exageraciones difundidas desde el monasterio con el ánimo de estigmatizar a los trasmoceros. Pero como quien siembra vientos recoge tempestades, aquella fama sí que contribuyó a que al final el pueblo acabara convertido en un símbolo de la España heterodoxa que no claudicaba ante las sotanas y los rosarios. Un aura de rebeldía que aún perdura hoy en día y que ha hecho del pueblo uno de los referentes del pensamiento heterodoxo de nuestro país.

 

Post Scríptum.

 

Aunque sea alejarnos del tema, no podemos dejar pasar la ocasión de comentar acerca de la figura de Don Manuel Jalón Corominas (1925-2011), hombre desconocido por muchos pero de los españoles más insignes de las últimas décadas, que además está muy relacionado con el pueblo de Trasmoz y en especial con su castillo.

Don Manuel Jalón era ingeniero aeronáutico y un buen empresario. A él se le debe el invento de la fregona, pero sobre todo, la jeringuilla desechable. No sólo ayudó a mejorar la higiene y las condiciones en las que tenía que limpiarse los espacios, sino que ha contribuido a salvar muchísimas vidas gracias a su invento de la jeringuilla desechable.

En España, como por desgracia ocurre con demasiada frecuencia, apenas se recuerda su obra ni se le reconoce. Como mucho, algunos se refieren a él como “el de la fregona” como si inventar algo tan útil y popular fuera fácil. Pero es que la envidia es mala. Y para que vamos a negarlo, en España, de envidia y de envidiosos, vamos bien servidos.

Don Manuel Jalón fue uno de los hombres más notables de la última mitad del siglo XX y de inicios del siglo XXI. Riojano de nacimiento, aragonés de adopción, español conocido y admirado en todo el mundo, fue un trabajador incansable y una de las mentes más sobresalientes de nuestra historia reciente.

Además de en el campo de los negocios y los inventos, Don Manuel Jalón fue un hombre siempre comprometido con el desarrollo y conservación de la cultura y el patrimonio artístico y arquitectónico, en especial, de su querida Aragón. Así, en 1988, ante la falta de iniciativa por parte de ninguna administración, adquirió el Castillo de Trasmoz para crear una fundación, Fundación Castillo de Trasmoz, e iniciar labores de restauración, conservación y estudios arqueológicos en la zona. Don Manuel Jalón también escribió un libro imprescindible para conocer la leyenda de este pueblo: La leyenda Negra de Trasmoz.

 

Notas al pie: 

[1] Etimológicamente, el nombre de Trasmoz significa “tras los montes” o “entre montes”.

[2] El origen del monasterio hay que buscarlo en el siglo XII, cuando Don Pedro de Atarés y su madre donaron los valles de Veruela y Maderuela, en torno al río Huecha, a los monjes franceses de la Abadía de Escaladieu, para que fundasen un monasterio bajo la advocación de la Virgen María. La zona, en la época, poseía notables recursos naturales, desde abundante agua a canteras de piedra y amplias áreas boscosas que contribuyeron al enriquecimiento de monasterio y a consolidar su poder feudal en la zona. Sin embargo, con el declive del Antiguo Régimen, el monasterio quedó abandonado con la desamortización de 1835, y a punto estuvo de acabar en ruinas, como sucedió con otros tantos monasterios y templos. Pero gracias a los vecinos de Borja y Tarazona, que crearon una junta de conservación de su patrimonio, el monasterio no acabó desolado y se transformó en una hospedería.

A esta hospedería acudieron grandes hombres de la vida social zaragozana y aragonesa, como Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano Valeriano (pintor muy reconocido en la época), que encontraron allí una gran fuente de inspiración. De hecho, la colección de cartas que constituyen la obra de Bécquer Cartas desde mi celda, fueron escritas en monasterio convertido en hospedería donde se alojaba Gustavo Adolfo. Además, muchas de las famosas leyendas de Bécquer están ambientadas en estas tierras, incluidas –sobre todo –las tierras de Trasmoz.

Desde 1976, el monasterio es patrimonio de la Diputación Provincial de Zaragoza, que además de rehabilitarlo y conservarlo, lo emplea como centro cultural. La Iglesia está consagrada y en ella se celebran algunos ritos religiosos como bodas, bautizos y comuniones. En las últimas décadas, gracias al impulso de unos jóvenes párrocos jesuitas, se está intentando recuperar una antigua romería que se realizaba en la zona.

El estilo del monasterio es románico-gótico, pero en el siglo XVII se construyó un nuevo claustro, con celdas individuales, que es ya de carácter barroco.

[3] Trasmoz incluso llegó a imprimir moneda propia, aunque algunas fuentes hablan de falsificación de moneda. Aunque a falta de más pruebas, consideramos que esta acusación es una parte de las leyendas y bulos que se vertieron contra la población.

 

Para saber más:

Jalón Corominas, Manuel, Leyenda Negra de Trasmoz, Zaragoza, Leyre, 2004.

 

En internet:

http://www.trasmoz.es/

 

Fuentes de las fotografías:

www.elperiodicodearagon.com

www.abc.es

www.amtena3.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.