Opinión personal.
La era de la política en Twitter deja poco tiempo para la reflexión. La inmediatez y las respuestas simples a problemas y realidades complejas se imponen sobre la dialéctica serena e ilustrada. Los políticos abandonaron los discursos para sermonearnos. La polaridad democrática se ha invertido. Si antes los líderes políticos surgían de las organizaciones, hoy es tal la identificación del líder con la marca que podría decirse que es el líder quien elige al partido. Algunos incluso nacen en los platós de televisión. Y es que los líderes políticos de hoy se han vuelto mesiánicos. Han abandonado la política de las propuestas por la política del relato. Todo el márquetin político se basa en evangelizar creyentes, especialmente creyentes que actúen con el fanatismo del converso. Las instituciones, en especial el Congreso de los Diputados, se han convertido en platós de televisión. Es el triunfo de la posmodernidad. Del neolenguaje. De la política vía Twitter. Una nueva religión, que incluso cuenta con sus inquisidores y censores del lenguaje. El político convertido en un rock star, idolatrado por legiones de fans desprovistas de cualquier mínimo sentido crítico. En este contexto, se agradece una visión serena y retrospectiva acerca de cómo hemos llegado hasta aquí.
El berrinche político no es un ensayo sociológico sobre las bases del auge de las posiciones iliberales y populistas. Ni un farragoso análisis de la crisis del sistema. Es algo aún más interesante: la visión en primera persona de quien ha sido testigo privilegiado del terremoto político de los últimos años. Y este es el gran valor del libro: que tiene memoria.
Lo que más me ha gustado:
Escrito a modo de crónica periodística, con un lenguaje sencillo, conciso, preciso y claro, resulta muy ameno. Se lee de un tirón en una tarde sin aburrirte en ningún momento.
Mantiene la cohesión y la coherencia desde el principio hasta el final. Todo un logro al que últimamente no estamos muy acostumbrados en este tipo de obras.
No renuncia a la profundidad: al contrario. Con un empleo magistral de las citas de obras de referencia de las ciencias políticas contemporáneas, invita a una reflexión desencarnada sobre la realidad del sistema y el papel que deben desempeñar en él los diferentes actores: partidos políticos, administraciones públicas, medios de comunicación, redes sociales, organizaciones… una invitación a la construcción de una ciudadanía crítica más allá de los lemas y las batallas de Twitter.
La bibliografía empleada. Me ha alegrado encontrar muchos libros que había leído con anterioridad, como Homo videns. La sociedad Teledirigida y ¿Qué es la democracia?, de Sartori; El show político, de Schwartzenderg; Organizando el Leviatán, de Lapuente y Dahlström; o Cómo mueren las democracias, de Levitsky y Ziblatt. Y encontrar otros que ya tengo ganas de empezar a leer.
Puntos débiles:
Hubiese deseado una mirada más crítica hacía los medios de comunicación. En general, la autora es muy valiente y lúcida en sus opiniones. Contrasta que no le haya dedicado más espacio al papel de los medios de comunicación en todo este lío, en cómo han contribuido a generar más crispación y polarización en la política y la sociedad. No es que no se hable de ellos o se evite la crítica, pero al contrario que con los políticos, se evitan muchos nombres. Por ejemplo, me ha encantado la crítica que se hace de los escraches, pues son justo lo que define: una intromisión en la intimidad de las personas. Y cuando la política, las cuestiones públicas, se llevan a la esfera privada, a la intimidad de las personas, se atenta contra los principios básicos de la convivencia y la democracia. Pero cuando un periódico difunde la vivienda particular de un político o escarba en la vida privada y en el pasado de los políticos, también se están vulnerando esos mismos principios esenciales de toda sociedad democrática y plural. En el derecho se juzga por robar, no por ser ladrón. Algunos medios, sin embargo, basan toda su línea editorial en deslegitimar a la persona, sin importar los hechos en sí o las circunstancias. Las parodias nacionales del famoso tabloide News of the World deberían encontrar en los periodistas serios una respuesta firme y contundente. Negarse a compartir plató con esos contertulios de tabloide e insulto fácil. Recordar a esa prensa amarilla, que tanto ruido están haciendo en nuestro país, que al final, el News of the World cerró sus puertas. Y nadie le echa de menos.
En resumen.
Libro ameno e imprescindible para comprender la realidad política en la que nos encontramos inmersos. Es un libro “con memoria”, y eso implica que dentro de diez años tendrá aún mucho más valor que el que tiene ahora mismo. Algo que no se puede decir de muchos otros libros de efímero interés.
La autora:
Estefanía Molina Morales es periodista y politóloga. Trabaja desde el 2015 como cronista parlamentaría en el Congreso y en el Senado (así que no sé si felicitarla o darle el pésame). Es habitual colaboradora de medios como La Sexta, Onda Cero, Catalunya Radio o La Ser Catalunya.