Michele Sindona, el banquero católico de la mafia.
Michele Sindona fue un banquero y financiero italiano nacido en Patti, Sicilia, en 1920. Su carrera en la banca comenzó como contador en un despacho de abogados en su ciudad natal. Con el tiempo, se trasladó a Milán, donde se convirtió en asesor financiero de grandes empresas y forjó su reputación como un experto en finanzas. Sindona se hizo conocido por ofrecer sus servicios de asesoría para ahorrar impuestos de forma legal y no tan legal, lo que incluía el blanqueo de fondos de la Mafia. Se sabe que administró las ganancias derivadas de la venta de heroína de la familia Gambino.
En la década de 1960, Sindona comenzó a expandir su negocio a nivel internacional, estableciendo conexiones con bancos y empresas en América Latina, África y los Estados Unidos. En la década de 1970, se convirtió en uno de los banqueros más influyentes de Italia, conocido por su habilidad para reestructurar empresas en dificultades y hacerlas rentables. En 1972, compró una participación mayoritaria en el de Long Island, Nueva York, Estados Unidos, y fue aclamado como «el salvador de la lira» y nombrado «Hombre del Año» por el embajador estadounidense en Italia.
Sin embargo, en 1974, una repentina caída del mercado de valores condujo a lo que se conoce como Il Crack Sindona. El beneficio del Banco Nacional Franklin se redujo un 98% en comparación con el año anterior, y Sindona sufrió una pérdida de 40 millones de dólares, lo que lo llevó a perder la mayoría de los bancos que había adquirido en los últimos diecisiete años. El banco fue declarado en quiebra debido a la mala administración e intrusismo, con pérdidas en la especulación de divisas y las malas políticas de préstamo.
Sindona mantuvo una estrecha relación con la Iglesia Católica y trabajó con varias instituciones católicas a lo largo de su carrera financiera. También tuvo una relación cercana con el Vaticano y algunos de sus miembros más poderosos, como el arzobispo Paul Marcinkus. Sin embargo, Sindona estuvo inicialmente involucrado en la quiebra del Banco Ambrosiano en 1982, de la que no fue responsable en modo alguno, aunque sí que se había beneficiado de sus conexiones con la Iglesia Católica, estrechamente ligada a éste banco, del que era uno de los principales accionistas. Según pudo comprobar la investigación, el Banco Ambrosiano había ayudado a financiar la expansión internacional del banco de Sindona, pero después de que colapsara, se descubrió que había desviado fondos del banco a sus propias cuentas. El Banco Ambrosiano tenía grandes deudas con el Vaticano, que fueron cubiertas por el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano. La investigación posterior reveló que el IOR había estado involucrado en transacciones financieras sospechosas, incluyendo transferencias de fondos a empresas en paraísos fiscales y préstamos a empresas relacionadas con la mafia. También se descubrió que Sindona había utilizado sus conexiones con el Vaticano para encubrir sus propias actividades fraudulentas.
Como resultado de la quiebra del Banco Ambrosiano y el escándalo financiero que la rodeó, varias personas fueron acusadas de delitos financieros, incluyendo a Sindona, al que condenaron a 25 años de prisión y una multa de 12 millones de dólares, tras ser declarado culpable de 65 cargos. Sin embargo, no llegó a cumplir la condena en aquella ocasión porque huyó a los Estados Unidos, donde continuó con sus negocios, involucrándose en una serie de operaciones fraudulentas, incluido el lavado de dinero para la mafia siciliana. Fue arrestado en los Estados Unidos en 1980 y luego extraditado a Italia para cumplir su condena de prisión.
El caso del Banco Ambrosiano y el papel del Vaticano y la mafia en él, ha sido objeto de muchas especulaciones y teorías de conspiración a lo largo de los años. A pesar de ello, lo que está claro es que Michele Sindona, el hombre que había llegado a ser uno de los banqueros más influyentes de Italia, había caído en desgracia y terminó su vida en prisión y envenenado.
Tras ser extraditado por USA a Italia, Sindona aseguró que contaría toda la verdad acerca de los escándalos financieros en los que se había visto envuelto. Sin embargo, nunca llegó a declarar ante ningún juez. Poco después de llegar a Italia, en la prisión, bebió una taza de café envenenado que le causó la muerte.
Su legado, en cualquier caso, es un recordatorio de la importancia de la transparencia y la integridad en el mundo financiero, y de la necesidad de una regulación adecuada y efectiva para evitar que se produzcan abusos y fraudes financieros.