La suelta del “perro maldito” en Valsequillo, Gran Canaria.

Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – 30/09/2021

Todos los pueblos, tengan el origen que tengan, tienen sus propias tradiciones, miedos, mitos y leyendas. En Canarias, no iba a ser menos. Hoy viajamos hasta Valsequillo, donde cada 28 de septiembre el mal y el bien disputan una lucha en el imaginario colectivo de sus habitantes.

 

Las Islas Canarias pasaron a ser dominio de la Corona de Castilla en 1496 después de una larga conquista que está dividida en varias fases. Todas las islas que componen el archipiélago contaban con poblaciones aborígenes con idiosincrasia, tradiciones y formas de organización social y política que, aunque similares en un gran porcentaje, las hacían únicas. El término general escogido para denominar a estos pueblos ha sido el vocablo “guanches”.

Los guanches, como todos los pueblos, contaban con su propia espiritualidad, teniendo un gran peso lo femenino. Con sus mitos y leyendas, tenían elementos que identificaban con lo positivo y lo negativo; con aquello que traía prosperidad al conjunto, y con lo que traía desgracia. Es en esto último donde entra un elemento que fue rescatado hace algún tiempo y continúa vivo, gracias al esfuerzo de algunos, en la memoria colectiva de la Isla de Gran Canaria.

 

¿Qué son los “tibicenas”?

 Dentro de la mitología de los habitantes de Gran Canaria antes de la conquista, lo negativo tomaba forma de perros gigantes de espeso pelaje de colores oscuros, fieros y violentos. Esos malos augurios no sólo existían en esta isla, ya que en Tenerife, La Gomera y La Palma también se conocían, aunque con otros nombres[1].

Estos entes diabólicos que se aparecían según su imaginería en zonas de barrancos y de difícil acceso, es un apartado más de la rica y extensa mitología guanche[2], de corte deísta, y relacionada con la protección de los elementos naturales, con gran peso de todo aquello que tenía que ver con las lluvias, los animales de pastoreo y el alimento necesario para los mismos.

 

La cristianización de los tibicenas: el perro maldito de Valsequillo.

Cada generación evoluciona, y su forma de entender el pasado, el presente, el futuro, la espiritualidad y la existencia, van sufriendo modificaciones. Pero aun así, es innegable que existe un sustrato de tradiciones que aunque cambien de nombre y de contexto, hunden sus raíces en el pasado más remoto de las sociedades.

Es esto, exactamente, lo que le ha ocurrido a la figura de los tibicenas. Llamados comúnmente “perros malditos”[3], no podía ser de otra manera que, al cristianizarse, pasaran a estar relacionadas con el Arcángel San Miguel, que dentro del cristianismo católico está directamente relacionado con la guerra, particularmente en aquella que se acomete contra  lo diabólico.

Es por ello que en Valsequillo (Gran Canaria), en la noche de San Miguel, a las doce, se apagan todas las luces del pueblo, y comienza un espectáculo en el que el perro que tiene durante todo el año atado San Miguel[4], queda suelto. Se relaciona en las historias y las leyendas con la liberación de otros demonios inferiores, con la suelta de las brujas y con la concurrencia de multitud de desgracias.

 

 

Y, ¿cómo se celebra?

Aunque hoy es una festividad llena de espectáculo y una excusa para disfrutar con amigos y familia la riqueza de la cultura de Gran Canaria, en el pasado de esta tradición las mujeres se reunían en las casas y los hombres salían de ellas en grupo buscando brujas y entidades diabólicas a las que expulsar del pueblo.

Son más que comunes las “coplas” o canciones cortas que se cantan y pronuncian en esta noche tan mágica de Valsequillo:

 

“Las mujeres rezan, los niños refugiados en sus casas están.

Brujas y diablos, rondan en la oscuridad. El perro maldito se ha soltado un año más”[5].

 

“La noche de San Miguel, a tu ventana toqué.

No abras, está suelto el perro de San Miguel”.

 

Se recomendaba no acercarse a los barrancos, no subirse a las alturas y no acometer ninguna acción que pudiese acabar de una forma triste o negativa, ya que se creía que durante el tiempo que el perro está suelto, nadie se libra, ni creyentes ni no creyentes, de ese momento de libertad de lo demoníaco, quedando a la merced de las criaturas de la oscuridad. Como un llamado a la reflexión y a la calma, hasta que el perro no volvía a estar controlado por el Arcángel, no se podía volver a actuar con total libertad, ya que las consecuencias podían ser fatales.

Gracias a la asociación de la suelta del perro maldito, que rescató esta curiosa y llamativa tradición, hoy se disfruta también del testimonio de los mayores que la vivieron de otra forma, y que, sin lugar a dudas, habrán aportado su granito de arena, y sus mejores anécdotas. Vaya nuestra más sincera felicitación y nuestro absoluto reconocimiento por la entrega que han demostrado al mantenimiento de las tradiciones.

 

Conclusión.

En La Estirpe del Lobo no dejamos de sorprendernos y asombrarnos ante la pervivencia de tradiciones tan antiguas. Algo que no solo pertenece a Canarias, sino a todos los territorios de nuestro país. Como si desde la Antigüedad se nos hablara, se nos quedaron sus formas de pensar, más o menos conservadas, dentro de la actualidad, íntimamente tejida, sobre todo, con nuestro mundo rural.

Cabe destacar una tradición similar a la realizada el 28 de septiembre de cada año en Valsequillo, y es la que se lleva a cabo cada día de San Bartolomé en Buenavista del Norte, donde, en su momento, el demonio que lleva atado con una cadena, es soltado en una ceremonia pública, y las tradiciones sobre mantener cuidado a la hora de acercarse a zonas peligrosas, son prácticamente iguales.

¿No será eso también el recuerdo más profundo de los miedos y temores de los guanches?

 

Notas al pie:

[1] En La Gomera se denominaban Hirguan, en La Palma, Yurene y en Tenerife, Jucancha.

[2] A este respecto recomendamos leer los escritos de, por ejemplo, Juan Bethencourt Alfonso.

[3] Son multitud las expresiones típicas canarias, a la hora de expresar sorpresa o temor, que contienen el encomendarse a Dios ante la presencia del “perro maldito”.

[4] A diferencia del tradicional dragón que se utiliza en las tallas religiosas que buscan evocarle.

[5] Teresa García.

 

Para saber más:

www.antrophistoria.com

www.labrujulaocioycultura.com

www.es.wikipedia.org

www.valsequillogc.es

www.grancanariaregional.com

 

Fuentes de las fotografías:

1.- www.laprovincia.es

2.- www.diariodeavisos.com

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