LA NOBLEZA NEGRA

Este tema lo traemos hoy a petición expresa de una oyente que nos viene siguiendo desde hace mucho tiempo y nos ha pedido que hablemos de la llamada Nobleza Negra. Es decir, la parte de la nobleza italiana que permaneció fiel al Vaticano y la Iglesia Católica durante la invasión de Victor Manuel II en 1870. Para comprender esta cuestión debemos ponernos en contexto.

La Unificación de Italia fue un proceso muy largo y complejo. A comienzos del siglo XIX Italia no existía como nación. La península itálica estaba compuesta por varios Estados, entre los que destacan: El Reino de Cerdeña, el Reino de Dos Sicilias, el Lombardo-Véneto y los Estados Pontificios. La mayoría de estos reinos estaban en manos de monarquías no italianas. A excepción de Cerdeña, también conocida como Piamonte Cerdeña, que estaba ya en manos de la Casa Saboya. Hay que recordar que los Saboya, pese a ser una de las familias más antiguas de Europa y de las más influyentes y poderosas, no habían reinado hasta el siglo XVIII. Amadeo VI, por ejemplo, conocido como El Conde Verde, quien acabó controlando el Piamonte (literalmente, pie de monte) para frenar las ambiciones expansionistas de otra familia italiana muy poderosa, los Visconti de Milán, gobernó como conde y no sería hasta un siglo más tarde que no se elevaría a Ducado de Saboya. Sería con Cerdeña con quienes lograrían el título de Casa Real.

 

Victor Manuel II

Sería precisamente la política de este reino, influida tanto por los Saboya como por el Conde de Cavour, que fuera Presidente del Consejo de Ministros del Reino de Cerdeña. Fue éste conde, llamado Camilo Benso de Cavour quien maniobró diplomáticamente para conseguir el apoyo de la Francia de Napoleón III y otras potencias de la época como el Imperio Británico y el Imperio Otomano. La oportunidad llegó en la Guerra de Crimea, donde Grecia y Rusia se enfrentaron a una coalición insólita: británicos, franceses, piamonteses y otomanos. El objetivo de esta guerra era para las ansias expansionistas de Rusia. La habilidad de Camilo Benso además, le permitió que el Piamonte pasara a controlar un territorio cinco veces mayor que el que tenía al principio de su mandato. Más tarde, tras la Segunda Guerra de Independencia contra los austríacos, apoyados por Francia, y sin que otomanos o británicos se opusieran, permitió las marchas de Garibaldi, con quien nunca llegó a tener una buena opinión personal, pero con quien compartía un objetivo común: una Italia unificada y libre.

De hecho, Garibaldi inicia su marcha con los “camisas rojas” por el desacuerdo con Camilo Benso y su pacto con Napoleón III. Garibaldi toma Sicilia, Calabria y Nápoles, que entrega a Victor Manuel II, rey de Piamonte-Cerdeña. Varios estados más, como el Reino de Dos Sicilias, se unen voluntariamente a la corona. Así también ocurre con varios Estados Pontificios. Y es aquí donde estalla el drama, pues el Vaticano no estaba dispuesto a aceptar la pérdida de los territorios y la unificación de Italia.

Victor Manuel II de Cerdeña, ya como Primer Rey de Italia, emprende el combate y entra en Roma y en el Vaticano.  Las tropas del rey Víctor Manuel II entran en Roma en septiembre de 1870, apoderándose del Palacio del Quirinal, entonces residencia papal, obligando a la Curia Romana a retirarse al Palacio Apostólico del Vaticano. De este modo se pone fin de facto a los Estados Pontificios. Tras la celebración de un plebiscito la población de Roma y del Lacio, últimos territorios en solicitar su anexión al recién creado Reino de Italia.

El papa Pío IX montó en cólera y se opuso a esta anexión. En muestra del no reconocimiento de la legitimidad del Estado Italiano, se encerró dentro del Palacio del Vaticano y se declaró Prisionero en el Vaticano. De hecho, también lo hicieron sus sucesores durante casi 70 años. 

Y mientras esto pasaba en el Vaticano, nobles ultracatólicos de toda Italia emprendieron una poderosa resistencia, en ocasiones incluso armada, pero casi siempre simbólica, como el cierre de puertas, el cierre de basílicas, etc. En solidaridad con el “prisionero” Papa.

La absurda situación acabó en los Pactos de Letrán del 11 de febrero de 1929, mediante los cuales se creó el Estado independiente de la Ciudad del Vaticano.

las familias de la nobleza negra, en reconocimiento de su lealtad para con el Papa obtuvieron la doble ciudadanía: convirtiéndose en ciudadanos del Estado de la Ciudad del Vaticano y súbditos del Reino de Italia. El papa Pío XI otorgó a la nobleza negra la autorización de formar parte de la Guardia Noble, que hasta entonces estaba reservada a los vástagos de las familias originarias de los antiguos Estados Pontificios. Para quien no esté familiarizado con la historia de la Iglesia Católica y del Vaticano, decirles que la Guardia Noble se trata del club privado más elitista del mundo. Por ejemplo, en 1931, rechazaron la petición del rey de España Alfonso XIII, que hubiera deseado entrar en ella e incluso negoció durante años para ver abierta la Guardia noble a las diferentes familias de la aristocracia católica europea, cosa que nunca ocurrió.

Algunos se preguntarán quienes son entonces estos “nobles negros”. Entre las familias de la nobleza negra, se encuentran las familias Massimo Ruspoli así como la de Eugenio Pacelli, futuro Pío XII. Así como apellidos tan conocidos en la banca y la industria como los Bo ncompagni, Ludovisi, Ottoboni, Caetani, Cesarini, Sforza, Doria, Pamphili, Sciarra, Schiaratura, Lovatelli, ramas de los Odescalchi y de los Pallavicini.

Tal nivel de elitismo, poder, dinero y rancio abolengo ha despertado las más delirantes teorías de la conspiración. Por ejemplo, se dice que la masonería, los Illuminati e incluso los jesuitas son herramientas de estos nobles negros, que en realidad serían los amos del mundo. Olvidan que precisamente el odio que la Iglesia Católica inculcó contra la masonería, por ejemplo, tiene su razón en que tanto Victor Manuel, como Garibaldi y Camilo Benso eran masones. De hecho, Garibaldi es conocido por ser, además del héroe de los dos mundos y unificador de Italia, el unificador de los Ritos masónicos.

Camilo Benso
Garibaldi

Tampoco parece probable que las familias aristocráticas francesas, germanas, británicas o rusas cedan así como así el poder; por no hablar de las aristocracias india, japonesas, árabes o las élites chinas.

Además, las relaciones del Vaticano con la nobleza negra hace tiempo que se enturbiaron. El 14 de septiembre de 1970, el papa Pablo VI escribió al cardenal Jean-Marie Villot, secretario de Estado de la Santa Sede, una carta oficial ordenado la supresión los cuerpos armados del Vaticano, incluida la Guardia Noble, con la excepción de la Guardia suiza. También puso fin a los privilegios de ciudadanía, al uso de matrículas del vaticano y abolió los títulos honoríficos.

La mayoría de aquellas familias asumieron como natural aquella decisión. Al fin de cuentas, había pasado casi un siglo y sus vidas giraban entorno a los negocios y no a la religión. Sin embargo, un pequeño grupo, comandados por Elvina Pallavicini, que se hacía llamar princesa (título del que había sido despojada. Cosas que tiene la aristocracia, el rey te lo da y el rey te lo quita, en este caso el Papa), se unieron al grupo tradicionalista y cismático del obispo Marcel Lefebvre.

Hay que decir que el grupo de Marcel Lefebvre, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que surgió como respuesta al Concilio Vaticano II, fue declarada cismática por el Congreso para los Obispos del Vaticano y excomulgados todos sus miembros. Muchos de los cuales, no reconocieron la excomunión sino que abrazaron el sedevacantismo. Es decir, una corriente de pensamiento ultracatólica que sostiene que los actuales Papas serían ilegítimos desde Pio XII. Movimiento que impulsó el arzobispo vietnamita Pierre Martin Ngô-Dinh-Thuc. Si bien, en honor a la verdad, Marcel Lefebvre nunca compartió aquellas tesis e incluso expulsó a algunos sedevacantistas de su Fraternidad Sacerdotal.

En resumen, la Nobleza Negra fue un grupo de familias nobles italianas que en el marco de la Unificación de Italia y se pusieron de parte de los Estados Pontificios, obteniendo un reconocimiento simbólico por parte del Vaticano tras su constitución como Ciudad Estado en los Acuerdos de Letrán. Durante varias generaciones, disfrutaron de los privilegios que otorgaba la doble ciudadanía (italiana y vaticana), en especial teniendo en cuenta que el Vaticano es un Estado free tax, es decir, sin impuestos. Cuestión que acabó el 14 de septiembre de 1970 con la valiente decisión de suprimir todos sus títulos, privilegios y organizaciones que habían creado durante cuarenta años. Tras esto, la nobleza negra como tal desapareció, aunque algunas familias han intentado perpetuar su abolengo conservando los títulos (ilegítimos, ni Italia ni Roma los reconoce) y apoyando a los grupos ultracatólicos más beligerantes, incluido aquellos movimientos cismáticos, excomulgados y que niegan la legitimidad actual del Papa.

Hay que decir que son sólo un grupo muy pequeño. La mayoría de la nobleza negra no se ha posicionado nunca contra el Concilio Vaticano II, ni ha cuestionado la legitimidad del Papa. No obstante, siguen siendo acusados de ser centro de extrañas conspiraciones, en las que no faltan los actores típicos: sionismo, masonería, trilateral, etc. Cuando en realidad la nobleza negra ya ni existe desde un punto de vista formal. Queda la memoria de los herederos, pero poco más. Ni sus títulos otorgados por el Vaticano tienen hoy en día vigor, ni la Guardia Noble sobrevive.

En los últimos años, no obstante, la cuestión de la “conspiración” se ha recrudecido y vuelto más popular porque las excomuniones de los seguidores de Marcel Lefebvre fueron revocadas por Benedicto XVI, en una decisión que no ha sido bien explicada por el Vaticano, pero que en realidad no oculta otra cosa que acabar con las luchas internas entre partidarios y detractores del Concilio Vaticano II. Básicamente, aquella excomunión se trató de un gesto de buena voluntad, perdón y misericordia. Aunque, como algunos investigadores apuntan, puede ser la evidencia de la existencia de un lobby muy poderoso que continuaría existiendo contra la propia voluntad de varios Papas y que estaría formado por los descendientes de la Nobleza Negra.

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