Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (21/10/2021)
Una niebla tan espesa que parecía sólida envolvió a Londres durante cinco largos y terribles días, cobrándose la vida de más de 12000 personas.
Ahora que se acerca Halloween, qué mejor manera de celebrar esta fiesta que narrando historias de miedo. Historias que, pese a que muchos creen que son falsas por ser la inspiración de muchas obras de ficción, están basadas en terribles hechos reales, como la conocida niebla asesina de Inglaterra o gran niebla de Londres, que inspiro una de las novelas del Stephen King –adaptada al cine por Frank Darabont y que constituye una de las películas de terror más perturbadoras de los últimos veinticinco años– o la monumental Niebla del nunca suficientemente alabado John Howard Carpenter. Esta última película a la que hacemos referencia, la Niebla, de Carpenter es de 1980 y constituye una obra maestra y una película de culto que recomendamos a todo el mundo, en especial a los aficionados al género, si es que aún no la han visto, cosa que dudamos. Merece la pena recordar –porque existe cierta confusión al respecto–, que pese a que el argumento es parecido, la película de Carpenter es independiente y anterior a la novela de Stephen King. La película se estrenó en 1980 y mientras que la narración de King –en realidad, un relato recogido en una compilación titulada Skeleton Crew (1985)– se escribió en 1983. La película del genial Carpenter se titula originalmente FOG, que significa niebla. Sin embargo, en la obra de King es Mist, que debería ser traducido por neblina o bruma. Sin embargo, en España –al igual que en muchos países de lengua hispana, como Argentina, por ejemplo–, se tradujo igual, niebla, generando aún más confusión entre los espectadores que no están excesivamente familiarizados con el género.
En 2005, la película de Carpenter sufrió un infame y burdo remake que es un atentado contra el cine de terror y es considerado como uno de los 10 peores remake de la historia. Yo me atrevería a decir que el peor junto a Psycho (1998) de Gus Van Sant.
Recientemente, la popular serie The Crown, sobre el reinado de Isabel II, también ha dedicado un capítulo a esta niebla. En el relato ficticio, Sir Winston Churchill tomó cartas sobre el asunto en la gestión de la niebla tóxica que sembró el caos en la capital británica y provocó una crisis de gobierno. Y es que, como se suele decir en estos casos, la realidad supera a la ficción.
Aún hay quien cree que la famosa Gran Niebla de Londres es una leyenda urbana. Nada más lejos de la realidad, aquella niebla asesina existió, cubrió de oscuridad Londres durante cinco largos y terribles días y causó la muerte de al menos 12000 personas. Ocurrió en diciembre de 1952 y así lo narró un corresponsal del ABC:
«Estas nieblas espesas, casi sólidas, que se comen a los autobuses precedidos por un hombre de a pie con un hachón de resina en la mano; que apagan el sonido; que obligan a los ‘cines’ a anunciar al público que «la visibilidad de la pantalla no pasa de la cuarta fila»; que suspende, como ocurrió el 8 de diciembre último una representación de La Traviata por laringitis súbita del tenor y de las dos sopranos y porque los coros no alcanzaban a divisar la batuta del maestro; que entra también en las casas y en los pulmones; que ensucia los muebles y ennegrece las ropas y la saliva, que se pega a los vidrios, a las cortinas y a los cuadros, es el azote de los cardíacos, de los asmáticos y de los que tienen los bronquios en la miseria y mueren. Mueren sin asistencia, en ocasiones, porque el médico no puede llegar a tiempo a través de ‘la manta’ que reduce el horizonte a dos yardas».
Y es que, tal y como describe el periodista del ABC, la niebla causó un auténtico caos. Accidentes de tráficos, caídas de cientos de personas en las aceras, el colapso de los hospitales y centros de emergencias, etc. La población tuvo que quedarse confinada en sus casas ante la imposibilidad de salir y caminar con un mínimo de normalidad por las calles. Pero siquiera en sus casas estaban seguros. La niebla se colaba por cualquier rendija o el tiro de las chimeneas. Y aunque muchos intentaron sellar las ventanas y todos los vanos de sus viviendas para impedir que aquella terrible niebla entrara en sus hogares, muy pocos lo consiguieron.
Por desgracia, y como suele ocurrir en estos casos, la peor parte la sufrieron los ancianos y las personas con patologías respiratorias y cardíacas, para quienes la niebla era el mismísimo abrazo de la muerte.
Entre el 5 y el 9 de diciembre de 1952, Londres vivió el peor fenómeno de contaminación atmosférica de la historia de Europa, y probablemente de todo el planeta. Una densa y pesada oscuridad provocada por aquella niebla que lenta e inexorable como el tiempo envolvió toda la ciudad, obligó a suspender el transporte público y a hospitalizar a 120000 personas, de las cuales más de 12000 acabaron muriendo. También murieron miles y miles de mascotas y animales callejeros, que tuvieron que ser enterrados en fosas comunes o incinerados para evitar más enfermedades.
¿Qué pasó? ¿Qué o quién provocó aquella niebla? La verdad es que nadie fue capaz de dar una explicación convincente en aquel momento. La conciencia ambiental apenas existía en aquella época y pocos habían oído hablar nunca de las consecuencias que la sobreexplotación de los recursos naturales y los combustibles fósiles estaban provocando al medio ambiente. Pero el planeta ya sentía sus terribles efectos y dio una de las primeras y más brutales señas de dolor. Sin embargo, nadie hizo caso entonces. Muchos, incluso, prefirieron creer las voces de quienes hablaban de absurdas conspiraciones y ataques enemigos –recordemos que estamos en plena Guerra Fría–, que a quienes vieron en aquella niebla un fenómeno atmosférico provocado por el hombre al contaminar la tierra, las aguas y el aire.
Han pasado 69 años desde aquellos terribles días de oscuridad y muerte en la ciudad de Londres. Pocos recuerdan ya lo que ocurrió, el cierre de los colegios, el colapso de los hospitales, la suspensión del transporte público, los cuerpos de animales muertos en las calles, el pánico de la población encerrada en sus casas. Hoy sabemos que la causa fueron las partículas de ácido sulfúrico que se formaron a partir del dióxido de azufre liberado por la quema de carbón para uso residencial y plantas de energía. La transformación del dióxido de azufre en ácido sulfúrico fue facilitada por el dióxido de nitrógeno, otro producto de la combustión del carbón, y se produjo inicialmente en la niebla natural especialmente densa como consecuencia de la falta de viento de aquellos días fríos del otoño londinense.
Han pasado 69 años y muchos creen que aquello sólo fue una leyenda y que el Cambio Climático es una conjura progre, invento de rojos, masones y feministas. Pero la realidad es la que os estamos contando, la verdad es que han pasado 69 años y las posibilidades que el fenómeno se repita en cualquier lugar del mundo se han multiplicado exponencialmente. De hecho, se tiene constancia de nieblas parecidas en algunas ciudades de China y el sureste asiático. ¿Quién sabe? Quizás este Halloween haya niebla. O este inverno. Y quizás esta niebla envuelva a alguna ciudad en un abrazo de muerte. Estamos avisados.
Para saber más:
1.- www.abc.es
2.- www.pnas.org
Fuentes de las fotografías:
2.- www.clarin.com
4.- www.abc.es