La Mano Negra, ¿realidad o ficción?

La sociedad secreta que sirvió de pretexto para una de las más crueles campañas de intimidación, terror y represión contra los jornaleros andaluces.

Hacia finales del siglo XIX, derrotado el Carlismo, el régimen de Alfonso XII sólo tenía un gran enemigo capaz de cuestionar la autoridad y soliviantar la paz social: la lucha de clases. Esta lucha por los derechos de los trabajadores y las clases más desfavorecidas tenían dos grandes núcleos de arraigo: la Cataluña obrera y la Andalucía campesina. Si el nacionalismo y el comunismo fueron protagonistas del auge de los movimientos obreros en Cataluña, el anarquismo lo fue en Andalucía. Una cuestión que preocupaba mucho al gobierno y a los poderes económicos de la época.

Unos terribles asesinatos, algunos de naturaleza pasional y otros motivados por robos, sirvieron de excusa para organizar una fuerte represión en Andalucía contra el naciente movimiento campesino, en medio de un clima de revueltas que reclamaban pan y trabajo.

 

El hallazgo de los documentos de La Mano Negra.

Si al hablar de la Garduña planteábamos la exageración de los autores liberales para erosionar a la Iglesia y la aristocracia como una de las razones por las que se amplificó la leyenda de esta sociedad criminal; ahora nos toca enfrentar el caso contrario, el cómo desde el poder se usó una documentación, posiblemente falsa, para defender la existencia de una sociedad secreta, La Mano Negra, que actuaría como brazo armado de los movimientos anarquistas en Andalucía.

 

Unos terribles asesinatos, algunos de naturaleza pasional y otros motivados por robos, sirvieron de excusa para organizar una fuerte represión en Andalucía contra el naciente movimiento campesino, en medio de un clima de revueltas que reclamaban pan y trabajo.

 

Todo empezó a comienzos de noviembre de 1882, cuando el coronel jefe de la Guardia Civil en Andalucía Occidental, envió al gobierno unos documentos que probarían la existencia de una sociedad secreta, de carácter revolucionaria, que estaría detrás de los disturbios, saqueos y crímenes que se sucedían en la región.

Estos documentos eran en realidad dos textos diferentes. El primero, titulado “La Mano Negra. Reglamento de la Sociedad de Pobres contra sus ladrones y verdugos. Andalucía”. Y un segundo texto titulado “Estatutos”, en el que se planteaban las normas por las que deberían regirse unos tribunales populares que deberían constituirse en cada localidad para castigar los crímenes y abusos que cometieran los burgueses. 

Ambos documentos fueron tomados como textos fundamentales de una misma organización. Sin embargo, al margen de la autenticidad o no de los mismos, el estilo y estructura de ambos demuestran que se tratarían de dos organizaciones completamente distintas. Por ejemplo, en un texto, en el de La Mano Negra, se habla siempre de los “ricos”, mientras que en los Estatutos se emplea un lenguaje más propio de los movimientos comunistas, con términos como “burgués”.

Sin embargo, y pese a las vaguedades que rodeaban a estos documentos, supuestamente encontrados por la Guardia Civil debajo de una piedra, estos sirvieron para iniciar una violenta represión en el campo andaluz.

El 21 de noviembre llegó a Jerez de la Frontera un refuerzo de guardias civiles capitaneados por José Olivar y Vidal. Inmediatamente comenzaron las detenciones e interrogatorios. En pocas semanas, al menos tres mil jornaleros en Jerez y otros dos mil en Cádiz fueron detenidos bajo los cargos de pertenencia a La Mano Negra.

 

Ambos documentos fueron tomados como textos fundamentales de una misma organización. Sin embargo, al margen de la autenticidad o no de los mismos, el estilo y estructura de ambos demuestran que se tratarían de dos organizaciones completamente distintas. Por ejemplo, en un texto, en el de La Mano Negra, se habla siempre de los “ricos”, mientras que en los Estatutos se emplea un lenguaje más propio de los movimientos comunistas, con términos como “burgués”.

 

La prensa, tanto de Cádiz, como de Sevilla y Madrid, se encargaron de popularizar la leyenda de La Mano Negra sin cuestionar en ningún momento la veracidad de los documentos. Se centraron, sobre todo, en tres crímenes, todos ellos posteriores al inicio de la represión contra La Mano Negra. El primero de ellos fue el asesinato de dos venteros en Trebujena, en diciembre de 1882. El segundo asesinato fue el crimen de la Parrilla en el que murió un joven campesino llamado Bartolomé Gago. Su cuerpo se halló en febrero de 1883, pero se dijo que fue asesinado el mismo día que los venteros. El tercer crimen que se atribuyó a La Mano Negra fue la muerte de Fernando Oliviera, ocurrida en agosto de 1882, pero que no se vinculó a La Mano Negra hasta entrado el año siguiente.

 

Los juicos y las condenas.

El 18 de junio de 1883 el tribunal de Jerez de la Frontera condenó a muerte por el crimen de la Parrilla a siete personas. Otras ocho, entre ellas al delator de sus compañeros, fueron condenadas a diecisiete años y cuatro meses de prisión. Dos de los acusados resultaron absueltos. Sin embargo, el fiscal recurrió la sentencia al Tribunal Supremo y en abril de 1884 todos fueron condenados  a la pena capital menos uno de ellos. No obstante, y ante la presión social contra las sentencias, nueve vieron conmutada la pena de muerte por la de prisión. Pero otros siete fueron ejecutados mediante garrote vil (entre ellos el maestro de escuela llamado Juan Ruiz).

Las ejecuciones tuvieron lugar en la Plaza del Mercado de Jerez de la Frontera el 14 de junio de 1884. Solo tres días después los jueces fueron condecorados con la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica.

 

Pese a las vaguedades que rodeaban a estos documentos, supuestamente encontrados por la Guardia Civil debajo de una piedra, estos sirvieron para iniciar una violenta represión en el campo andaluz.

 

Aquellas ejecuciones fueron un aviso a navegantes, al igual que las llamadas “cuerdas de presos”, una humillante práctica que consistía en obligar a recorrer las calles de Jerez a los campesinos que habían sido detenidos, muchas veces desnudos o en condiciones deplorables para mayor escarnio y sufrimiento de sus familias. Por no hablar de las palizas y torturas infligidas indiscriminadamente que denunciaron algunos periodistas como Leopoldo Alas Clarín.

Se cree que unos quinientos jornaleros fueron deportados a las colonias sin juicio ni sentencia alguna. Y todo en un contexto social y económico en el que “muchas madres ahogarían a sus hijos en las marismas para evitarles un futuro desolador”, como recordaba Félix Murciano Aguayo en La Sombra Púrpura.

 

Los intentos del gobierno de identificar La Mano Negra con  Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).

La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) fue una organización anarquista española  que se fundó en el Congreso Obrero de Barcelona de 1881, por la iniciativa de un grupo de anarcosindicalistas catalanes. Esta organización apenas tuvo siete años de vida y toda su existencia estuvo condicionada por la cuestión de La Mano Negra.

La FTRE había organizado en 1882 el Congreso de Sevilla, donde se había discutido mucho acerca de la estrategia a seguir. Dentro del anarquismo en aquel momento existían dos grandes corrientes: la mayoritaria apostaba por la legalidad y la acción política pacífica, pero existía una corriente que abogaba por continuar la lucha obrera desde la clandestinidad y sostenía las tesis de la llamada “propaganda por el hecho”. Esta propaganda por el hecho buscaba acciones efectistas que causaran revuelo y dieran notoriedad al movimiento. No era, estrictamente, una acción violenta, pues puede consistir simplemente en pintadas o acciones de protesta muy espectaculares. Aunque a menudo, en aquella época, la línea se rebasaba.

En aquel Congreso de Sevilla se impusieron las tesis legalistas, mientras que quienes apostaban por la vía clandestina y la propaganda de los hechos se apartaron de la FTRE y crearon su propia organización: Los Desheredados.

Sin embargo, el gobierno cargó las tintas contra la FTRE en Andalucía e identificó a La Mano Negra como una organización criminal surgida en su seno. La FTRE, mediante su publicación La Revista Social, se desmarcó de La Mano Negra y protestó contra las detenciones y torturas que sufrían los afiliados de la FTRE. El problema vino cuando el Comité Federal de la FTRE, que estaba en Barcelona, abrazó las tesis del gobierno y temiendo que se ilegalizara la organización dejó en la estacada a los afiliados andaluces y se desmarcó del movimiento anarquista andaluz. Aquel fue el certificado de defunción de la FTRE.

Sin la federación andaluza, la más grande con diferencia, ninguno de los esfuerzos de resucitar la organización sirvió para nada. En el Congreso de 1884 sólo asistieron 64 delegados. En el Congreso de 1887, sólo 16. En 1888, se disolvió la organización.

La estrategia de desarticular el movimiento anarquista mediante la alarma que se generó entorno a La Mano Negra fue un éxito. El gobierno supo explotar las discrepancias entre las dos facciones del anarquismo, los legalistas y los clandestinos, y las diferencias que existían entre las sociedades más urbanas y las rurales.

 

¿Existió realmente La Mano Negra?

A día de hoy, ningún historiador serio cree en la existencia real de La Mano Negra, como dijo el historiador Josep Termes, se trató de un <<montaje policial>>. De igual opinión son otros historiadores como Manuel Tuñón de Lara o Juan Avilés Farré. Sin embargo, que no existiera La Mano Negra como organización no quiere decir que no existiera violencia en la Andalucía de aquella época. Al contrario, negar la violencia con la que se manifestó la lucha de clases en esos años de hambre y miseria sería negar la evidencia.

El anarquismo en Andalucía y en buena parte de España se mostró violento desde el primer momento. Basta con recordar que el propio Alfonso XII sufrió dos atentados contra su vida orquestados por grupos anarquistas. Si bien, es cierto que no todo el anarquismo era partidario de aquella acción violenta, es cierto que con el anarquismo surgió también el terrorismo en España.

En resumen, aunque el anarquismo tuvo una vertiente muy violenta, La Mano Negra, como ya insinuó en su momento Vicente Blasco Ibáñez, fue un atentado de falsa bandera. Un montaje con el único propósito de justificar la represión de los campesinos, la deportación de sus líderes y el desprestigio de la organización, la FTRE, que pretendía organizar y canalizar todas las luchas y reivindicaciones de las clases populares en la época.

 

La otra Mano Negra que sí que existió.

Aunque La Mano Negra andaluza nunca existió, sí que existieron otras organizaciones con ese nombre, como La Mano Negra serbia. Esta organización, fundada en 1911 en los Balcanes, era una sociedad secreta de militares e ideología paneslavista. Su auténtico nombre era Unificación o Muerte.

Se cree que esta organización participó en la planificación y organización del atentado de Sarajevo, el asesinato del heredero al trono austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando de Austria y de su esposa Sofía Chotek, atentado que fue uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial.

 

Bibliografía para saber más:

Avilés Farré, Juan. La daga y la dinamita. Los anarquistas y el nacimiento del terrorismo. Barcelona. Tusquets Editores. 2013.

Murcia Aguayo, Felix, La Sombre Púrpura, Madrid, Editorial Insólitas, 2017.

Romero García, Eladio, La Mano Negra. Crisis rural en Andalucía a finales del siglo XIX, Almuzara, 2017.

Termes, Josep. Historia del anarquismo en España (1870-1980).Barcelona, RBA Libros, 2011.

Tuñón de Lara, Manuel. El movimiento obrero en la historia de España. (2ª edición). Barcelona, Laia, 1977.

 

Fuentes de las fotografías:

www.monarquia.elconfidencialdigital.com

www.wikipedia.org

www.academiaplay.es

www.lavozdelsur.es

www.cervantesvirtual.com

www.buscabiografias.com

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