Montserrat está considerada, desde los albores de la historia, como una montaña mágica. Un lugar de fuertes energías telúricas que ha sido fuente de innumerables mitos y leyendas, desde luminarias a misteriosas desapariciones, pasando por la presencia de extraños seres.
Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – 24/09/2020:
Las montañas siempre han ejercido una extraña fascinación en el hombre, constituyendo un símbolo universal del deseo de ascensión espiritual. Dominando el mundo de los hombres, se alzan hacia el cielo, representando el eje del mundo, cuando no la morada misma de los Dioses, como ocurre en tantas y tantas tradiciones alrededor de todo el planeta. Pero entre todas las montañas, algunas, merecen un capítulo aparte, es el caso de cimas como el Kailash de los Himalaya, Uluru en Australia, Shasta en Estados Unidos, Fuji en Japón, Sorte en Venezuela, Cerro Milagro en Chile o el archiconocido monte Olimpo de Grecia. En España también tenemos varias montañas consideradas sagradas desde los albores de la historia, como el caso de la montaña sagrada de Tindaya, en Fuenteventura, el monte Randa en Mallorca (muy vinculado a la leyenda del gran Ramón Llull), Monsacro en Asturias o el legendario Pico Sacro en Boqueixón, Galicia. Pero entre todas, sin duda, sobresale Montserrat, un lugar mágico y misterioso donde los haya, plagado de leyendas, secretos e historias sorprendentes y muchas de ellas también inexplicables.
Montserrat se encuentra en pleno corazón de la provincia de Barcelona, a solo 37 kilómetros de la capital, sobresaliendo en medio de un magnífico macizo montañoso de perfiles suaves y muy erosionados por el tiempo. No en vano, toda aquella zona era el delta de un río hace unos 50 millones de años. Una montaña que sorprende por la elegancia y el desafío de sus paredes verticales que hacen de ella una de las montañas más bellas que se puedan contemplar. Un lugar así, en medio de ese abrupto y sorprendente entorno, no es de extrañar que acumule tantos misterios y leyendas, como la que nos asegura que la montaña surgió tras la muerte de Jesús por la tristeza y la rabia que sintió la propia tierra.
Según dice la leyenda “hace muchos siglos en una bucólica tarde de pastores y rebaños de esquilas y caramillos, una vivísima luz brilló en los montes, embelesando el ánimo y la vista de los pastorcillos que corrieron a participar a su párroco tan deliciosa como inexplicable fenómeno. Congregada toda la gente en los alrededores para observar la extraña luz, pudieron ver que todos los sábados se repetía la misteriosa luminiscencia mientras que angélicas melodías bajaban de las alturas… entonces el párroco corrió con la noticia a una alta personalidad eclesiástica de nombre Gotomaro, supuestamente Obispo de Vic, quien en unión de numeroso séquito, halló a la Virgen en una oquedad de la roca, morena de color, y con humildes y sencillas vestiduras…”[1]. Dicho descubrimiento fue el origen de la construcción del actual monasterio. En un principio, la imagen de la Virgen, que la tradición dice fue tallada por el mismísimo San Lucas y es el fiel retrato de la madre de Jesús, iba a ser trasladada a la diócesis por orden del obispo. Sin embargo, la imagen se volvió tan pesada que nadie pudo moverla, señal de que la imagen debía permanecer allí donde había sido encontrada, en la montaña de Montserrat.
La leyenda del diablo, Fra Joan Garí y la fundación del monasterio.
Otra leyenda, también muy conocida, nos relata un origen totalmente distinto del monasterio. Al parecer, un anacoreta llamado Fra Joan Garí vivía en la montaña de Montserrat, apartado de todas las tentaciones mundanas y entregado a la oración y la meditación. Se alimentaba exclusivamente de los frutos de la tierra, que el mismo recolectaba en un bosque cercano, y bebía agua de una fuente cercana a la cueva donde se guarecía por las noches y durante las tormentas.
Fue tal la fama de hombre santo que llegó a tener Fra Joan Garí entre las gentes de los pueblos cercanos a la montaña, que su fama llegó a oídos del diablo, quien se propuso amargarle la existencia al pobre anacoreta poniendo a prueba su pretendida santidad con innumerables tentaciones. Sin embargo, Fra Joan Garí no se sentía tentado por ningún lujo que el demonio le pudiera ofrecer. Por eso, el diablo decidió cambiar de estrategia y un día se apareció frente a Fra Joan en la figura de un anciano ermitaño. Al verlo, Fra Joan Garí le preguntó quién era, a lo que el diablo le contestó que era un monje que vivía haciendo penitencia una cueva muy pequeña y de la que sólo salía una vez cada diez años.
El diablo y Fra Joan iniciaron una conversación, en la que el anacoreta no paraba de preguntar acerca de todos los misterios del mundo, a lo cual el diablo, en su apariencia de viejo ermitaño, contestaba con total convicción. Fra Joan Garí quedó fascinado por la sabiduría de aquel anciano y lo tomó como su maestro y cada tarde se encontraban para seguir con sus estudios. El diablo aprovechó esa confianza para llenar la cabeza de Fra Joan de dudas y usar mil y una triquiñuelas para lograr que cayera en las tentaciones del mundo, pero Fra Joan continuaba firme en su fe y su piadosa y austera existencia. Lo cual sólo desquiciaba más al diablo, herido en su orgullo al no poder lograr torcer la santa conducta del santón. Así que ideó un nuevo engaño: demonizó a la doncella Riquilda, hija del conde Guifré el Pelós.
La chica quedó poseída y por más intentos de exorcizarla, nada conseguía liberar la joven alma de las garras del diablo. Así, un día, decidió el conde llevar a su hija hasta Fra Joan Gari, para que él intentara salvarla. El buen santón oró durante horas hasta esta que la joven quedó liberada. Sin embargo, el conde Guifré el Pelós tuvo miedo de llevársela de inmediato hasta Barcelona y que volviera a ser poseída, por lo que pidió a Fra Joan que acogiera a la joven en su cueva durante unos días, donde la joven de permanecería agradeciendo a Dios haberla salvado del diablo. Pasado un tiempo, volvería a por ella.
Fra Joan Garí aceptó a regañadientes, pues no se sentía cómodo cerca de las tentaciones que ofrecen las mujeres. Su mente se plagó de deseos y tentaciones a las cuales les resultaba cada vez más difícil resistirse, por lo que fue a pedir consejo a su maestro. El ermitaño, en vez de intentar animarlo a persistir en su celibato, le animó a que se dejara llevar por sus deseos, pues estos eran naturales, estaban presentes en todos los animales y habían sido creados por Dios, al igual que el resto de las cosas maravillosas de la existencia.
Fue así cómo Fra Joan Garí acabó sucumbiendo a las tentaciones y hundiéndose en el pecado. No sólo yació con la mujer, sino que la forzó, la violó y finalmente acabó con su vida, enterrando su cuerpo en un lugar oculto de la montaña.
Una vez perpetrado su crimen acudió corriendo a su maestro, herido por la culpa y el arrepentimiento, pero al llegar frente al anciano eremita este se mostró con su auténtico aspecto, y viendo que el diablo lo había engañado, corrió a Roma, para pedir perdón al Papa. Pero aquel perdón no llegó. Al contrario, se le impuso la penitencia de vagar por las montañas como una bestia, a cuatro patas, sin poder ponerse erguido, ni lavarse, ni cortase el pelo ni afeitarse, ni hablar con ningún otro humano. Todo lo descrito debía hacerse hasta que Dios mismos, por boca de un niño, lo perdonase.
Tres años tardó en regresar de nuevo a Montserrat, y otros siete permaneció en la montaña[2], viviendo en una cueva, peor que una bestia y alimentándose sólo de raíces, hasta que un día, unos nobles caballeros le dieron caza y viendo su extraño aspecto, decidieron meterlo en una jaula y llevarlo hasta Barcelona, para regalar al conde aquel ser inhumano.
Casualmente, la condesa había dado a luz a un niño, el príncipe Miró, y se festejaba su bautizo con todos los fastos que corresponden a un acontecimiento de tanta importancia. Durante aquella celebración sacaron la bestia que habían capturado en Montserrat para sorpresa y regocijo del público asistente, que estaba dispuesto a disfrutar torturando a la pobre bestia, pero entonces, el bebé que llevaba en el regazo la nodriza pronunció estas palabras:
«¡Garí, ponte derecho, que tus pecados te han sido perdonados!»
En aquel momento, ante la sorpresa de todos, el Fra Joan Garí se incorporó y el conde, tras reconocer al santón, ordenó lavarlo y cortarle el pelo y le preguntó por su hija Riquilda. El pobre Fra Joan confesó su crimen e imploró una penitencia por su pecado. El Conde, magnánimo, le perdonó pues ya había sido perdonado por Dios, y le rogó que le revelase el lugar donde se encontraba su hija muerta para darle un enterramiento digno en Barcelona.
Fra Joan Garí condujo al conde y a sus hombres hasta el lugar donde se encontraban los restos de la muchacha, y ante la sorpresa de todos, la chica apareció sana y salva por obra de la Virgen. En agradecimiento, decidió quedarse en la montaña de Montserrat, donde el conde hizo construir un monasterio de monjas, que en el futuro sería llamado de Santa Cecilia, del cual la joven Riquilda fue la primera abadesa.
El mundo ferrico de Montserrat.
Pero no todas son leyendas cristianas, Montserrat alberga un mundo subterráneo y mágico en su interior. Un mundo secreto accesible sólo para quien está preparado para adentrarse en esa dimensión desconocida de la que tenemos vagas referencias a través del folclore, los cuentos y la literatura. Un mundo secreto habitado por hadas, duendes y todo tipo de seres extraordinarios que ocasionalmente interactúan con el mundo de los hombres.
Montserrat ha sido y es escenario de múltiples historias en las que lo imposible se hace real. Avistamientos de luces y objetos en el cielo, o seres mitológicos como las “encantadas”, una especia de hadas o mujeres elfo que vivían en el lugar y no gustaba que los humanos subieran a sus dominios, en lo alto de la montaña. Para impedirlo plantaban manzanos[3] en los márgenes de los caminos cuyo fruto apetecible tentaba a los paseantes, aquellos que no podían resistir el placer de probarlas y les hincaban el diente eran convertidos en piedra.
Con los siglos y la llegada del cristianismo, muchas de estas leyendas adquirieron un tinte piadoso, cristiano. Así, lo que antes era el mundo secreto de los seres feéricos pasó a ser el inframundo o la puerta a los infernos. No es de extrañar, por tanto, que surgieran muchas leyendas asociadas a la aparición del maligno en la montaña de Montserrat.
Leyenda del Cavall Bernat.
Un ejemplo de estas leyendas que acabaron por sustituir las viejas creencias precristianas es la leyenda del Cavall Bernat, un leñador que debía transportar grandes fajos de leña al Llobregat. Un trabajo extenuante para un hombre y a la vez muy poco rentable, dado que invertía más tiempo en transportar la leña que en cortarla.
Un día, según cuenta la leyenda, a aquel leñador se le apareció el diablo y le prestó un caballo llamado Bernat para que lo ayudara en el agotador trabajo. Además de rápido y fuerte, el caballo era muy inteligente y podía bajar la leña solo, por lo que el leñador podía dedicarse a cortar nuevos troncos, que ya estaban preparados al regreso del caballo para un nuevo porte.
“Cavall Bernat, Cavall Bernat, baixa la llenya al Llobregat” (Caballo Bernat, Caballo Bernat, baja la leña al Llobregat) se cuenta que el leñador le decía al caballo.
Pero como todo el mundo sabe, no se puede esperar nada altruista por parte del diablo, porque el siempre pide algo a cambio. En esta ocasión, las condiciones del pacto eran que al cabo de diez años, el leñador debía ofrecer al diablo un caballo de iguales características a Bernat, cosa imposible, dado que Bernat era único en el mundo y el diablo lo sabía.
El leñador, según parece, se hizo rico gracias a la ayuda de Bernat y acabó olvidando el pacto que había hecho con el diablo. Pero el diablo no se había olvidado del viejo leñador y se presentó, cumplidos los diez años, a reclamar su parte del pacto. El leñador, aterrado, no supo que hacer, pero su mujer, quien siempre había sido una buena cristiana, rezó a la Virgen y sus ruegos fueron escuchados, porque del cielo surgió una enorme luz muy brillante que iluminó toda la montaña. Cuando la luz desapareció, el diablo y el caballo habían desaparecido y en su lugar surgió una enorme piedra que señala al cielo: la piedra del demonio o del cavall Bernat, que por ambos nombres se la conoce desde entonces.
Montserrat y los OVNIS.
Si algo ha caracterizado la montaña de Montserrat desde los albores de la historia es su vinculación con extrañas luminarias y objetos que aparecen en el cielo y que algunos llegan a afirmar que se pierden en el interior de la montaña.
Desde las luces que durante cuatro sábados seguidos señalaron la ubicación de la Virgen Negra[4] de Montserrat a la leyenda del caballo Bernat, todas tienen en común la aparición de extrañas luces en el cielo. No es de extrañar, por tanto, que en la actualidad se considere la montaña de Montserrat como un sitio privilegiado para el avistamiento de OVNIS. De hecho, cada día once de cada mes[5], se juntan decenas –y en ocasiones cientos –de aficionados al fenómeno OVNI para otear el firmamento a la espera de ver las extrañas luces y objetos que parecer acercarse a la montaña.
Esta tradición de buscar OVNIS en la montaña de Montserrat se inició gracias a los esfuerzos del empresario Luis José Grifol[6], uno de los contactados más famosos de España, sobre todo en la década de los ochenta, donde incluso llegó a dar una conferencia sobre el tema en Cámara de los Lores[7]. Pero que nadie piense que el fenómeno es nuevo. Existen datos de avistamientos desde hace siglos, como el avistamiento multitudinario de 1345, donde muchos ciudadanos de Manresa aseguraron haber visto luces y objetos volantes que se dirigían hacia la mítica montaña.
Misteriosas desapariciones.
Vinculadas o no al fenómeno OVNI, lo cierto es que las desapariciones misteriosas de Montserrat constituyen también una fuente inagotable de leyendas. Un enigma que genera muchísima polémica y sobre el que se han vertido ríos de tinta. Por nuestra parte, queremos evitar caer en la especulación y limitarnos a señalar lo que es un misterio muy conocido por los habitantes de la zona, recordando algunos de los casos más conocidos, extraídos de una publicación de la propia web el Ayuntamiento de Monistrol de Montserrat[8]:
“La noche de Sant Joan de 1975 desapareció sin dejar rastro el vecino de Collbató «En Pep» de Can Rogent. Luego de estar ayudando en la extinción de un incendió desapareció en una zona llana, fácil de andar y donde no había ningún peligro eminente. El grupo de amigos que le acompañaba y Fuerzas de la Guardia Civil, acompañada con perros rastreadores durante varios días trataron de encontrar por lo menos el cuerpo del desaparecido, pero nunca más se tuvo noticias respecto de Pep.
Otra desaparición es la de «En Jorba» el popular guardabarreras del cremallera de Montserrat, quien conjuntamente con su fiel perro que le ayudaba en su faena desaparecieron sin dejar rastro en el año 1980.
En el año 1985 también desapareció la señorita Amparo Vielda Puig en circunstancias muy extrañas y hasta hoy en día tampoco existe una explicación lógica a su silencio tan prolongado”. [9]
Los Nazis y el Grial.
Otra de las más conocidas historias relacionadas con la montaña de Montserrat y su abadía es su relación con el Santo Grial y la búsqueda de esta mítica reliquia por parte de los nazis.
Como es bien sabido, los nazis estaban obsesionados con el ocultismo y en especial con ciertos objetos de poder, que consideraban eran restos de una tecnología ancestral que cayó en el olvido tras el Diluvio Universal, y de la que apenas quedan algunos rastros esparcidos por el mundo. En concreto, creían que el Santo Grial era un objeto de poder al que muchas culturas habían hecho referencia, en especial la celta, en los mitos del Caldero de Dagda[10]. Esta obsesión les llevo a buscar el Grial por todo el mundo, y uno de los primeros lugares al que acudieron fue a Montserrat.
Los nazis creyeron identificar el castillo de Montsalvat, donde habría llegado Parsifal buscando el Santo Cáliz, con la abadía de Montserrat.
Al parecer, los nazis creyeron identificar el castillo de Montsalvat, donde habría llegado Parsifal buscando el Santo Cáliz, con la abadía de Montserrat. Para ello se basaron en supuestos mensajes escondidos que estudiaron en la ópera Parsifal, de Warner, el compositor favorito de los nazis.
Estaban tan seguros de la presencia del Grial en la abadía de Montserrat que no enviaron a un nazi cualquiera en su búsqueda, sino que acudió el mismísimo Heinrich Himmler, el jefe de las SS y uno de los ocultistas más siniestros de la historia.
Himmler llegó al monasterio de Montserrat el 23 de octubre de 1940, aprovechando la reunión de Franco con Hitler en Hendaya.
Poco más se sabe del asunto, a parte que Himmler pasó varias horas en la biblioteca del convento y que el monje Andreu Ripol, que sabía alemán, le sirvió de traductor.
También se sabe que los monjes, una vez se marchó Himmler, se pusieron en contacto con la Capitanía General de Cataluña para que le dijeran a Franco que en el futuro evitase que llegaran a la abadía visitas tan desagradables.
Según se cree, Andreu Ripol tuvo una fuerte conversación con Himmler cuando el jerarca nazi aseguró que Jesús era en realidad ario y no judío. Cuestión que acabó con la paciencia del monje que acabó echando del monasterio a Himmler y su sequito. Oficialmente, sin embargo, esto nunca sucedió y aunque los monjes evitaron ningún trato con los nazis –salvo el procurarle un traductor –, se les permitió quedarse el tiempo que quisieran. Eso sí, haciéndoles saber que no eran bienvenidos.
La leyenda del Timbaler del Bruc.
Entre la historia y la leyenda surge el relato del timbaler del Bruc, un joven que hizo tocar su tambor en la montaña de Montserrat durante la invasión francesa. El sonido de aquel tambor, amplificado por la montaña hizo creer a los franceses que se trataba de todo un ejército, cuando en realidad sólo era un muchacho asustado intentando alertar a sus vecinos en el pueblo, huyendo al ritmo de “tonto el último”.
Aquel hecho se recordó durante años, dándose por verídico, e incluso se levantó una estatua para rememorar la hazaña del joven. Estatua que aún se puede visitar en el municipio de Bruch. A la escultura le acompaña la inscripción: “viajero, para aquí, que el francés también paró, el que por todo pasó no pudo pasar de aquí.
Los hechos habrían ocurrido en 1808, a comienzos de la Guerra de Independencia. Se cree que el tamborilero era el joven Isidro Llusá y Casanovas, nacido en Sampedor en 1791 y muerto en 1809.
El Monasterio de Montserrat.
No podemos acabar este artículo sin hacer referencia explícita al monasterio de Montserrat, perteneciente a la orden benedictina[11], el cual es en realidad un complejo que puede denominarse de museo al aire libre, donde destaca, además del propio monasterio destaca la Basílica (que empezó a construirse en el siglo XVI y no se culminó hasta el XIX), la capilla funeraria dedicada al Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, al lado de la cual se erigió en 1976 el Monumento a Ramon Llull. La Santa Cueva, a la que se llega por un camino que nace en la mencionada capilla, en la plaza de los Apósteles, el museo, dividido en tres secciones: de arte moderno, de pintura antigua y de arqueología del Oriente Bíblico, donde se muestran objetos de Tierra Santa, Egipto, Mesopotamia y Chipre. Entre las obras que se exponen se pueden apreciar cuadros del Greco, de Caravaggio, Monet, Picasso, Miró o Salvador Dalí, entre otros muchos.
Mención aparte es la biblioteca, que cuenta con casi cuatrocientos mil volúmenes, entre monografías, publicaciones periódicas y manuscritos. Destacan sus 400 incunables y 500 mapas antiguos, así como 18.000 grabados y casi cuatro mil obras del siglo XVI. Se divide en secciones de filosofía, teología, estudios bíblicos, patrología, liturgia, música e historia del arte. También cuenta con apartados de historia general universal, en particular medieval y de Europa, de historia de Cataluña y de la Corona de Aragón y con un fondo de historias locales.
Notas al pie:
[1] La versión de esta antiquísima leyenda corresponde a la publicada por Raúl Nuñez Gálvez en un artículo publicado originalmente en la web www.actosdeamor.com/montanamagicas.htm. Se puede leer en http://www.monistroldemontserrat.cat/default.php?idcanal=3&idcategory=22&idsubcategory=0&idgroup=34&idevent=3954&hist=1. En la actualidad es la versión más conocida del encuentro de “la Moreneta” así como de la fundación del monasterio. En otras versiones se habla de cuatro sábados seguidos en la que el obispo de Manresa acudió a ver el extraño fenómeno de las luminarias, las cuales estarían acompañadas de una bellísima melodía.
[2] Notar que las referencias numéricas son de un profundo significado esotérico.
[3] La manzana siempre se ha asociado a la Diosa Madre, es un emblema de inmortalidad y también de la sabiduría. Pero en ocasiones, este símbolo se asocia también al lado oscuro de la Diosa. No obstante, esta oscuridad no debe ser asociada con el mal, sino con los procesos de creación-destrucción-regeneración. La manzana puede otorgar la inmortalidad, pero también la muerte si no se es digno de ella. Supone una prueba espiritual, una transformación, el paso de una realidad a otra.
[4] Las Vírgenes Negras constituyen en sí mismo un misterio del que existen muchas teorías. La más aceptada es que se trata de una cristianización de los cultos a las Diosas de la fertilidad como Isis, Cibeles y Artemisa, cuyo culto se extendió por toda Europa y el norte de África durante Imperio Romano Tardío. Otras teorías aseguran que el origen es celta, pero igualmente vinculado a los cultos de fertilidad. Además, en América también son muy populares, fruto del sincretismo de la religión cristiana con Deidades femeninas amerindias como Pachamama. También, fruto del sincretismo, muchas Vírgenes Negras americanas estarían asociadas a la deidad de origen africano Yemayá. Es un tema apasionante que apenas puede resumirse en unas pocas líneas y sobre el que quizás en el futuro volvamos para dedicarle un artículo en exclusiva.
[5] Especialmente concurridos son los encuentros en los que el día once del mes cae en martes.
[6] José Grifol Gutiérrez es profesor mercantil y diplomado en comercio exterior e informática. Ha escrito varias obras, pero sin duda, la más conocida de todas es Vivencias de un Contactado, publicado en Móstoles en 1996 por la editorial Karma 7.
[7] La conferencia se impartió en la Cámara de los Lores el 19 de julio de 1983.
[8] http://www.monistroldemontserrat.cat/default.php?idcanal=3&idcategory=22&idsubcategory=0&idgroup=34&idevent=3954&hist=1
[9] Como ya hemos indicado, se trata de un artículo de Raúl Nuñez García que se publicó en www.actosdeamor.com/montanasmagicas.htm Ver nota 1.
[10] Dagda el es Dios Padre de los Tuatha de Danann, los hijos de la Diosa Dana. En el mito galés de los Mabinogion aparece como el caldero de la regeneración, resucitando a los guerreros muertos. En otras versiones el caldero es originalmente de Morrigan (en ocasiones Morrigan aparece como la esposa de Dagda, aunque en otros relatos, la esposa de Dagda es Boann, diosa del río Boyene (Diosa-Río). Dagda también posee un mazo o martillo de guerra con las mismas propiedades mágicas: por un extremo da la vida y por el otro la quita.
Según la tradición celta de los Tuatha de Danann, estos poseían tres objetos mágicos muy poderosos: La piedra de Fal, que chillaba ante un rey justo; La lanza de Lug, que aseguraba la victoria; y el caldero de Dagda. Los nazis barajaron la posibilidad que la lanza de Lug y la lanza de Longinos fueran el mismo objeto, así como identificaron el caldero de Dagda con el origen del Santo Grial.
[11] En concreto a la Congregación de Subiaco, surgida en el monasterio genovés de Pegli en 1842. Busca una renovación monástica basada en una observación original de la regla de San Benito. En la actualidad, en el monasterio viven unos 60 monjes.
Fuentes de las fotografías:
Fotografía nº1: viajes.nationalgeographic.com.es
Fotografía nº2: viajes.nationalgeographic.com.es
Fotografía nº3: www.minube.com
Fotografía nº4: www.playground.media
Fotografía nº5: www.elconfidencial.com
Fotografía nº6: www.sapiens.cat
Para saber más:
Miguel G. Aracil, Montserrat, montaña mágica (misticismo, ovnis, heterodoxia, telurismo y el Grial), Publicación independiente, 2018.
Carmen Maymó, El templo abierto de Montserrat, Madrid, ACCI, 2017.
En internet: https://www.montserratvisita.com/