Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (06/05/2021)
Con motivo de la proximidad del Día de Europa, el 9 de mayo, se nos ha ocurrido hacer referencia a uno de los símbolos de la Unión más populares, pero a la vez, más desconocidos. Este símbolo no es otro que la bandera azul con las doce estrellas doradas en círculo. Pero antes de entrar a interpretar este símbolo europeo y sus probables connotaciones apocalípticas, hagamos un poco de historia.
La búsqueda de una bandera común en Europa surgió con los primeros pasos de la unificación, entonces aún Comunidad Económica Europea. Al principio se pensó en una bandera que se estaba usando por el Movimiento Europeo, consistente en una E gigante verde sobre fondo blanco, un símbolo que empezó a verse desde 1948, cuando se reunieron por primera vez en La Haya 800 delegados en Congreso de Europa. Allí fue donde se integraron diferentes movimientos proeuropeístas bajo el nombre de Comité Internacional de Movimientos para la Unidad Europea, que fue presidido por Winston Churchill. Un año antes, en París, ya se había organizado un Congreso Europeo que integró a la Liga Europea para la Cooperación Económica, el Movimiento de Unificación Europeo anglofrancés, la Unión Parlamentaria Europea y la Unión de Federalistas Europeos.
Aquel primer Comité internacional era de un espectro político bastante amplio y contribuyó para la formación del Movimiento Europeo que se fundó oficialmente el 25 de octubre de 1948, siendo Duncan Sandys elegido presidente.
A esta propuesta, que fue rechazada –en realidad nunca la tomaron en serio, probablemente por papel relevante que los anglofraceses tenían en esta organización, frente a unos germano-nórdicos un tanto recelosos de aquella amistad de Francia y Reino Unido forjada en la II Guerra Mundial– pronto se unió la de la bandera de la Unión Internacional Paneuropea. Esta organización había nacido en 1923, a partir de la publicación del manifiesto Paneuropa por el conde Richard Coudenhove-Kalergi, que presentó la idea de un Estado europeo unificado. Dicha Europa se concebía como cristiana, libre de «nihilismo, ateísmo y el inmoral consumismo». Ni que decir tiene que la izquierda, los francés y los turcos, cada cual por lo suyo, pusieron el grito en el cielo. Los turcos no iban a aceptar una bandera que llevara la cruz cristiana, salvo que, como propusieron, se integrara también la media luna árabe. Los franceses recelaban de Kalergi y los suyos, por ser en el fondo contrarios a los principios ilustrados y al liberalismo. Además, Francia era el bastión laico de Europa. Gran parte de su propia identidad nacional se había construido en los principios laicos de la Revolución Francesa. Jamás la sociedad francesa iba a aceptar una bandera que ya se habían encargado sus partidarios de asociarlas con el anti-liberalismo y las posiciones cristianas más ultramontanas[1] e incluso monárquicas[2].
Rechazadas estas dos banderas, se propuso otra con un formato similar al de la bandera de los Juegos Olímpicos, pero esta también se rechazó porque podría confundirse y porque algunos sectores de la izquierda vieron en los aros una alegoría de las cadenas.
Fue entonces cuando se pensó en usar las estrellas en la bandera. En un principio, en realidad, se pensó en una sola estrella dorada. Pero esta idea también se desechó porque según algunos podría confundirse con la bandera de Texas y con la bandera del Congo[3].
Así las cosas, se inventaron unas banderas de compromiso para la entonces Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA). La primera era azul y negra con seis estrellas doradas, una por cada Estado miembro. Esta bandera estuvo vigente hasta 1972, cuando se suaviza el azul y se añaden tres estrellas más (ahora serían todas blancas) por los nuevos Estados miembros. Así, hasta el ochenta, la bandera contó con nueve estrellas. Del 1981 hasta 1985 con diez estrellas. Y desde 1986 hasta 2002 con doce.
Por su parte, el Parlamento Europeo también creó su propia bandera en 1973: las siglas EP y PE, iniciales de Parlamento de Europa en las lenguas oficiales, dentro de una corona de laurel, todo en oro sobre fondo azul. Esta bandera cayó en desuso a partir de 1983, fecha en la que se aprueba la actual bandera de la Unión Europea.
Hecho este breve recuento de las “banderas de Europa” cabe preguntarse de dónde surgió la actual. Su diseño, en realidad, data de 1958, y se popularizó a raíz de la Exposición de Bruselas de ese año. Fue un funcionario y pintor, Arsène Heitz, quien la diseñó y presento en 1953, cuando se aprobó una primera versión con 15 estrellas doradas –el número de países del Consejo– dibujadas en círculo –símbolo de la unión– sobre un fondo azul. Y con esta imagen tan interestelar empezó la guerra de las estrellas: la República Federal de Alemania se opuso al número 15 porque incluía el Sarre, territorio que los alemanes se negaban a considerar como una entidad política soberana. Por razones estrictamente inversas, el Sarre y Francia rechazaron una corona de sólo 14 estrellas. El número 13 fue descartado de inmediato, por sus connotaciones “gafes”, y el 10 podía simbolizar los países fundadores del Consejo de Europa, pero excluía a los nuevos miembros.
Finalmente, después de mucho discutir la cuestión, el propio Arsène Heitz ofreció la solución: 12 estrellas en círculos[4].
Nunca se dio ninguna explicación acerca del número doce, dándose por sentado que hacía referencia a las doce constelaciones del zodiaco. Sin embargo, en 2004, 50 años después de diseñar la bandera, Arsène Heitz, su autor, reconoció que se había inspirado en un pasaje del Apocalipsis «Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza» (Ap. 12:1). Este símbolo se puede observar la imagen en la Catedral de Estrasburgo, en una de sus vidrieras, sobre la cabeza de la Virgen. Este sería, por tanto –reconocido por el propio autor–, el significado último de las estrellas: una corona a la Virgen, inspirada en el Apocalipsis. Heitz confesó que lo mantuvo en secreto porque no toda Europa era católica. Ni creyente.
Desde entonces, el debate está servido y no son pocas las voces que se han alzado para exigir un cambio en los símbolos europeos. Baste recordar el “¿tenemos que aguantar esto?” de Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, al entrar hace tres años en la Asamblea Nacional y ver dentro la bandera de Europa: “Esto es la República Francesa, no es… la Virgen María”.
Notas al pie:
[1] Aunque, también hay que recordar que algunos miembros de esta organización no procesaban esas ideas antiliberales y contra el laicismo. Véase, por ejemplo, la figura de Albert Einstein o el español Salvador de Madariaga.
[2] La organización estuvo presidida por Otón de Habsburgo, entonces cabeza de la dinastía Habsburgo, has entrados los años 70.
[3] Ambas, en efecto, llevan una sola estrella, pero la verdad es que el parecido es rebuscado.
[4][4] Hay que decir que la bandera compitió con una presentada por Salvador de Madariaga que conformaba una especie de constelación en hélice con las estrellas doradas que representarían a cada uno de los Estado miembros. Pero también fue rechaza, tanto porque España por aquel entonces no estaba en aquellos debates y hubiese sido paradójico y hasta podía generar un conflicto diplomático la elección de un símbolo planteado por alguien que no era ciudadano de un Estado miembro, como por el problema del reconocimiento del Sarre, viejo conflicto germano-francés.