Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (25/02/2021)
La leyenda del Santo Grial es uno de los mitos más conocidos y evocadores de todos los tiempos. Pero ¿Qué hay de cierto en todo lo que se cuenta acerca de estas leyendas, es realmente un objeto o puede que se trate de otra cosa, un secreto que pueda cambiar la historia?
Hablar del Grial es hablar de uno de los mitos más antiguos que existen, pues en esencia, la búsqueda del Grial, como la búsqueda de la Tumba del Hiram o la búsqueda de la Piedra Filosofal, vienen a significar lo mismo: la búsqueda de la conexión con lo divino. Por eso, al hablar del Grial, sería mucho más correcto hablar de los Griales, porque en realidad son muchos, aunque todos compartan el mismo –o muy parecido –simbolismo.
Para René Guénon el Grial comparte el mismo simbolismo que el Sagrado Corazón de Jesús. La pérdida del Grial es la pérdida del hombre de su conciencia de transcendencia, de su divinidad. Es la “pérdida del centro”. La recuperación del Grial es la restitución del hombre en “su propio centro”. En el “centro del círculo”. En este sentido, el Grial sería mucho más antiguo, y entroncaría con la búsqueda de la Piedra Filosofal de los alquimistas o el Shemhamphorash de los cabalistas; pero también con símbolos precristianos como la cornucopia o cuerno de la abundancia. Además, este símbolo tendría una naturaleza femenina, asociado con la matriz femenina (como el caldero) e incluso con el ciclo menstrual.
La leyenda del Grial, por tanto, tendría mucho más que ver con el viaje del héroe que con la búsqueda de ningún objeto en sí. El objeto, sea cual sea, y exista o no, no es en sí lo importante, sino el viaje, el proceso de aprendizaje y desarrollo personal, la transcendencia del hombre, su conversión en héroe, en el sentido clásico del término.
Con el tiempo, no cabe duda, también significó la restitución del Principio Sagrado Femenino. Es decir, la recuperación del vínculo con la Madre Tierra y el recuerdo de las religiones politeístas, en especial de los cultos a la fertilidad.
El Origen de la Leyenda.
El primer autor en mencionar al Grial es Chrétien de Troyes, entre 1181 y 1191, en su archiconocida narración Perceval —también llamada Le Conte du Graal—. Esta leyenda, que incluye la figura del Rey Pescador, es la que vincula la leyenda del Grial al Ciclo Artúrico, a los Caballeros de la Mesa Redonda y a Camelot. Estamos, pues, ante relatos que integran leyendas mucho más antiguas y cuyas interpretaciones van desde la emulación moral de las “reglas de la caballería” a interpretaciones esotéricas de profundo calado, pasando por la aspiración de construir Camelot, o la Nueva Jerusalem, o el Reino de Dios en la Tierra, o el nombre que quiera cada uno darle a la utopía. Es más, en la obra de Troyes no se habla del Santo Grial, sino de “un grial”. De hecho, no le da tanta importancia al grial cómo a aquello que contiene: la hostia sagrada del catolicismo. Esto es importante, porque a falta de una descripción del grial de Troyes como una copa o cáliz, es muy posible que hiciera referencia a un plato o gradalis romano.
El objeto, sea cual sea, y exista o no, no es en sí lo importante, sino el viaje, el proceso de aprendizaje y desarrollo personal, la transcendencia del hombre, su conversión en héroe, en el sentido clásico del término.
El segundo autor a tener en cuenta es Robert de Boron. Es él quien identifica el grial con el Santo Cáliz de la Ultima Cena. Aquella que según las leyendas habría usado José de Arimatea para recoger la sangre de las heridas de Jesucristo. De Boron es también el primero en asegurar que José de Arimatea llevó el Grial a Britania. De esta leyenda surgiría, probablemente –y siempre mezclada con tradiciones celtas muchos más antiguas –, las leyendas que relacionan Glastonbury con el Grial.
El tercer autor es Wolfram von Eschenbach, quien daría origen a lo que se conoce como la Tradición Alemana del Grial. La obra de Eschenbach es la que sirvió de inspiración a Wagner para su ópera. Pero aquí, el Grial no es una copa, sino una Piedra. “La Piedra Blanca”, que es una forma también de hacer referencia a la Piedra Filosofal. Un Piedra que muchos han identificado con la Joya que cayó de la corona de Lucifer, la Lapis Exillis, la Chintamani hindú, el Meteorito de Orión o incluso La Piedra Negra de Shámbala. Se trata, obviamente, de un clara referencia a la Tradición y varios misterios esotéricos que son comunes en casi todas las culturas del planeta y que tratan del origen mismo del hombre y de su destino[1].
Por último, el relato que acaba dando forma al mito es el conocido como “Ciclo Vulgata” de Thomas Malory (siglo XV), probablemente basado en textos antiguos atribuidos a Bernardo de Claraval[2], el organizador del Temple, y uno de los hombres más importantes –junto al Beda, el Venerable –de la Edad Media. Aquí, el Grial quedo consolidado para siempre como el Santo Cáliz e integrado dentro del ciclo artúrico, pero sobre todo, se consolida la idea que fue llevado a Britania. En concreto, ya aparece Glastonbury como destino del Grial, pero también del Báculo e incluso de la Lanza de Longinos.
En tiempos más modernos ha surgido la idea que el Grial, o mejor dicho, el Santo Grial, está relacionado con la supuesta descendencia de Jesús y María Magdalena. Para ello, autores como Richard Leigh y Henry Lincoln[3] mezclan leyendas de diferentes orígenes y dan por buenos fraudes como el del Priorato de Sion[4]. Pero lo cierto es que antes de Pierre Plantard, el creador del Priorato de Sión, no se había hablado jamás del Grial en términos semejantes, y la etimología que argumentan es traída por los pelos. En realidad, como hemos defendido, el Grial fue siempre más un mito relacionado con la búsqueda de la perfección e incluso la divinización del hombre, que con ningún objeto. Las leyendas de la descendencia de Jesús existían ya en la Edad Media. Esto no se puede poner en duda. Pero nunca estuvieron vinculadas al Grial. Entre otras cosas porque el Grial siempre se consideró como un símbolo más divino que humano, mientras que la descendencia de Jesús y Magdalena, que sería la estirpe del Rey David, pasando por los merovingios, era una cuestión más humana que divina.
El Grial como Santo Cáliz.
Como hemos comentado, el Grial no siempre hace referencia al Cáliz. Es más, casi nunca lo hizo. En las leyendas más antiguas, las relacionadas con Troyes, se trataba de un plato o escudilla y no de una copa o cáliz. Estas asociaciones llegaron mucho más tarde. En sí mismo, como hemos dicho, tampoco tenía más importancia, pues lo importante era aquello que contenía o aquello que podría ofrecer al buscador. En este caso, la experiencia, el viaje del héroe, el encuentro con el Rey Pescador. La vida eterna que ofrecía no era diferente que aquella podría encontrarse en el elixir de los alquimistas o era otorgada a los héroes en el Olimpo. En este sentido, insistimos, el Grial, como símbolo, es mucho más que una Copa o Cáliz y es mucho más antiguo que el cristianismo. No obstante, todo parece indicar que en el periodo que transcurre entre el siglo XI y el siglo XIII, varios mitos muy antiguos se fusionan en el Ciclo Artúrico, donde el Grial tendrá una especial significación (aunque en realidad no mayor que Camelot o Excalibu). Es a partir de ese momento cuando el Grial, que también fue considerado como un Piedra Sagrada en ese periodo, se fusiona totalmente con el Santo Cáliz o Cáliz de la Última Cena. No obstante, como tal, ya existía, siendo considerado una reliquia más, igual que el Santo Sudario, la Sábana Santa o los lignum crucis. De estos Santos Cálices no hay menos de diez repartidos por todo el mundo. Y es que la fiebre de las reliquias llevó a multiplicar los Cálices casi tanto como los trozos de astillas de la Cruz. De hecho, si juntásemos todos los lignum crucis que existen o se aseguran que han existido, más que una cruz, podríamos levantar un bosque de cruces.
En España tenemos dos posibles candidatos a ser el auténtico Santo Cáliz, el de León, también conocido como Cáliz de Doña Urraca, y el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. A ambos nos referiremos más adelante, ofreciéndoles un apartado exclusivo a cada uno. Existiría un tercer Santo Cáliz, el de O Cebrerio, el Cáliz gallego que aparece en el escudo de Galicia. Sin embargo –y contra la creencia de más de uno –, este Cáliz no está asociado a la Santa Cena, ni nunca lo estuvo. La leyenda narra la historia del párroco de O Cebrerio que daba misa en la capilla del Monasterio de Santa María do Cebreiro, que data del siglo IX y donde había un hospital de peregrinos. El monje había perdido la fe, o al menos parecía dudar de la transustanciación del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es decir, del misterio de la Eucaristía. Así, un día de mucha nieve, no creyó que nadie fuera a ir a misa y pensaba ahorrarse el esfuerzo de celebrar la Eucaristía en un día de tanto frío. Pero un humilde campesino, de la aldea de Barxamaior, a quien la tradición apoda como Juan “Santín”, acudió a la celebración religiosa. El párroco se burló de él, por el esfuerzo de subir hasta Cebrerio para “comer solo un poco de pan y vino”. Sin embargo, en el momento de consagrar el pan y el vino, el primero se transformó en carne de verdad y el vino en auténtica sangre. Se dice que fue tal la impresión que le causó el milagro al párroco, que este murió del susto.
Esta leyenda pronto correría por toda Europa, gracias al Camino de Santiago, y crearía el mito del Santo Grial de Lugo. Es posible, que a esta cuestión ayudara el hecho que la hospedería de O Cebreiro estaba dedicada a San Geraldo de Aurillac, cuyo nombre se pronunciaba Guiral en occitano, dando pie a dicha confusión: de ahí la asociación entre la copa milagrosa en la hospedería de San Guiral y el Santo Grial.[5]
Otros “Santos Griales” más concidos fuera de nuestras fronteras, son:
El Sacro Catino de Génova. En realidad no es un Grial, ni siquiera un Cáliz. Se trata de un plato que la tradición sostiene que fue utilizado en la Última Cena y llegó a Génova tras la Primera Cruzada. Se trata de un plato de cristal verde egipcio. Los estudios realizados aseguran que se trata de una manufactura árabe del siglo IX.
El Cáliz de Antioquía de la Colección Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York, descubierto en Siria a principios del siglo XX. Todo apunta a que se trata de una falsificación contemporánea a su propio descubrimiento.
El Vaso de los Nanteos, conservada en la ciudad que le da nombre, en Gales. Fue encontrado en Gloucester, y al parecer durante la edad media se le atribuyeron propiedades curativas, por lo que los bordes se desgastaron de tantas personas como bebieron de él. Sin duda, estuvo vinculado al surgimiento de las leyendas del Grial dentro del Ciclo Artúrico. Además, se sabe que Warner fue a verlo cuando se exponía en la Catedral. También es un Grial que se ha asociado a Glastonbury.
El Cáliz de Ardagh encontrado en Irlanda y que se expone en el museo nacional de Dublín. Aunque algunos han querido vincularlo con el Grial, jamás estuvo relacionado con él. Se encontró casualmente mientras se preparaba la tierra para cultivar patatas. Se trata de una obra maestra de la orfebrería irlandesa del siglo VIII.
La Copa de Hawkstone Park. Se trata de una copa romana de ónice verde, de unos seis centímetros. La leyenda asegura que el grial estuvo en manos de una familia noble británica hasta que Thomas Wright[6], uno de los genios científicos de siglo VIII, habría escondido la pieza en una pequeña cámara secreta en la base de la estatua de un águila de piedra, dejando las claves para encontrarla en un poema. Walter Langham en 1924 resolvió la clave y encontró la copa tras romper la estatua del águila. Este hecho aparece documentado en la guía Shropshire Rambles de 1934. La copa habría llegado a Victoria Palmer por herencia pues es bisnieta de Thomas Wright. El autor e investigador Graham Philips[7], siguiendo las leyendas medievales llegó hasta esta copa y la consideró el auténtico Grial, publicando su investigación en el libro En busca del Santo Grial, publicado por Edasha en 1995.
El Cuenco de Ágata que se encuentra en el tesoro de los Habsburgo en Viena. Se trataría de una de las reliquias del Tesoro perdido del Sacro Imperio Romano Germánico, entre las que se encuentra también la Lanza de Longinos.
La Copa de Santa Isabel de Hungría. Esta reliquia tampoco está realmente vinculada a Jesús ni a la última cena, pero da la casualidad que tiene propiedades milagrosas, según asegura la tradición. Esta Copa habría pertenecido a la Santa, que fue educada en la corte de Turingia, donde también residió por un tiempo Wolfram von Eschenbach, el autor de Parsifal, que seguro que conocía el relato de las propiedades mágicas de la Copa de Santa Isabel. De aquí la asociación.
El Santo Cáliz en España.
Sin contar con el Cáliz de O Cebrerio, a cuya leyenda ya hemos hecho referencia, en España, históricamente, han sido dos reliquias las que se han disputado el honor de ser el autentico Cáliz que Jesús de Nazaret usara en la última cena. Estas dos reliquias son las que se conocen como el Cáliz de Doña Urraca y el Santo Cáliz de Valencia. Conozcamos un poco la historia de cada una de ellas antes de seguir comentando sobre la cuestión.
El Cáliz de Doña Urraca.
Tenemos referencias escritas de este Cáliz desde, al menos, el siglo IV, pues existen dos manuscritos egipcios[8] que aseguran que el Santo Cáliz que hoy se expone en la Colegiata de San Isidoro de León se guardó en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén entre el siglo IV y e inicios del siglo XI, cuando dicho templo fue saqueado y el Cáliz llevado hasta el Cairo. Allí debió permanecer el Grial, pero en 1054 estalló una fuerte hambruna en Egipto y el emir de Denia acudió en su ayuda enviado grandes cantidades de comida.
En agradecimiento, el califa fatimí[9] envió al emir de Denia diversos obsequios, entre los que se encontraba el Santo Cáliz. Es posible, según se puede leer en muchos historiadores, que el propio emir de Denia, Ali Iqbal al-Dawla[10], la solicitara para poder entregársela a Fernando I, el Magno, rey de León, y a la sazón, el monarca cristiano más poderoso de su época.
Tras la muerte del rey Fernando I de León, la reliquia pasó a su hija la infanta Urraca de Zamora, que por expreso deseo mandó a los orfebres leoneses que fuese retocada para darla su aspecto actual: unión de dos copas de ágata unidas por las bases con un armazón de oro y plata sobredorada junto a perlas, esmeraldas, amatistas y zafiros. Está adornada por las joyas personales de la infanta Urraca de Zamora. La copa superior es la que se identificaría con el cáliz, que es una sencilla pieza al parecer de época romana contemporánea al tiempo de Jesucristo.
No seríamos honestos si no comentáramos cierta controversia respecto a la cuestión del Cáliz de Santa Urraca y su llegada a España. De hecho, autores como Luis Molina Martinez, llegan a tachar de invención del siglo XXI la asociación del Cáliz de Santa Urraca con el Grial e incluso con las crónicas árabes, como sostendrían los eruditos Margarita Torres y José Miguel Ortega en la obra Los Reyes del Grial, a quienes les acusó de forzar las traducciones árabes para que encajaran con sus premisas. Estos investigadores, Torres y Ortega, sostienen que la copa aparece citada en la crónica de Lucas, obispo de Tuy, en el siglo XIII, en la obra Viages del humanista del siglo XVI Ambrosio de Morales y en la vida de san Isidoro de Sevilla redactada por Fray Tomás Granda y el padre José Manzano en el siglo XVIII. A su favor tienen, además, que en unos de los textos árabes se dice que una esquirla de la Copa fue enviada a Salidino. En 2010, se desmontó el Cáliz para estudiarlo y faltaba una esquirla, lo cual hace que encaje con el relato que defienden Torres y Ortega.
En algunas de la críticas a estas conclusiones defendidas en la obra citada, Los Reyes del Grial, se dice asegura que no se habló jamás del Cáliz de Doña Urraca identificado con el Grial antes de 2014, fecha de publicación de esta obra, o incluso que las traducciones correspondían a otro investigador, quien criticó la falta de rigor de los autores en la mencionada obra[11].
Nosotros no vamos a entrar a discutir acerca de esta cuestión, sólo comentar, a título personal, que hice[12] el Camino de Santiago como una década antes de la publicación de ese libro y ya se comentaba entre los peregrinos la vinculación del Cáliz de Santa Urraca con el Grial. No obstante, también he de reconocer, que la Colegiata de San Isidoro de León, donde se guarda el Cáliz, se conoce como la Capilla Sixtina del Romántico, y en él hay un calendario agrícola y un bestiario animal que siempre ha intrigado más a los estudiosos heterodoxos que el propio Cáliz. Y es que, sin duda, uno de los grandes misterios es por qué la fachada principal de San Isidoro está decorada con los signos del zodiaco con una iconografía abiertamente pagana. Piscis, géminis, leo, acuario… aparecen grabados alrededor de la imagen de Cristo[13]. Amén, que en el templo de San Isidoro, como en Santiago[14], se encuentra recogida la historia de Gilgamesh, que según la mitología sumeria, fue el quinto rey de Uruk. Por no hablar, del Jano que está presente en el Panteón de los Reyes.
Y es que el lugar[15] que alberga el Cáliz de Doña Urraca ha sido siempre considerado por los cenáculos ocultistas de toda Europa como uno de los lugares más enigmáticos de Occidente, y donde más cosas se pueden aprender acerca de la Gran Obra y sobre todo de las creencias heréticas que transmitieron los constructores medievales. Extraña, por tanto, que no existieran muchas más referencias al Cáliz de Doña Urraca de creerse que estaba vinculado al Santo Grial.
Pero como decimos siempre: nosotros nos limitamos a narrar los hechos, contar nuestras experiencias y ofrecer información que despierte vuestra curiosidad. Las conclusiones deben ser vuestras. No permitáis que nadie piense y opine por vosotros.
El Santo Cáliz de Valencia.
Según cuenta la tradición, el Cáliz que se encuentra en la Catedral de Valencia es el mismo que San Pedro llevó a Roma en el siglo I, donde se custodió hasta el siglo III, siendo usado por los sucesivos Papas para la eucaristía. En el año 256, ante la persecución del emperador romano Valeriano y con el fin de preservarlo, el papa Sixto II lo entregó en custodia a su diácono San Lorenzo, a la sazón, encargado de administrar todos los bienes de la Iglesia, una Iglesia por aquel entonces pobre y perseguida, cuyas riquezas eran escasas y consistían en unas pocas reliquias, entre ellas, el famoso Cáliz.
San Lorenzo, originario de Huesca, lo hizo llevar a Hispania, donde llegó en el año 258, siendo ocultado en casa de unos familiares del diácono. Allí permaneció escondido hasta que fue trasladado a la Iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, donde permaneció custodiado por el propio obispo de la diócesis.
Con la invasión musulmana a partir del 711, el Santo Grial se escondió en diversos lugares del pirineo aragonés. Primero estuvo Cueva de Yebra, una cueva casi inaccesible. Más tarde, según se cree, fue llevado al Monasterio de San Pedro de Siresa, donde permanecería oculto gran parte del siglo IX. Entre los siglos X y XI se guardó en la Iglesia de Santa María, cuyos restos se encuentran bajo la Ermita de San Adrián de Sásabe de Borau. Entre los años 1014 y 1045 permaneció en la Iglesia de la Corte de Bailo. Posteriormente pasó un breve tiempo en la Catedral de Jaca y desde allí se trasladó, en el año 1071, hasta el monasterio de San Juan de la Peña, donde permaneció hasta el año 1399.
En ese año, el rey Martín I de Aragón solicitó la reliquia al abad del monasterio y la mantuvo en su Palacio Real de la Aljafería de Zaragoza. El Cáliz acompañaría al monarca a su residencia de Barcelona, donde el monarca lo custodió hasta su muerte.
Al rey Martín I le sucede en el trono, en virtud del Compromiso de Caspe, su sobrino Fernando de Antequera, quien heredaría de su tío también la responsabilidad de custodiar tan importante reliquia. El hijo de éste y sucesor, el rey Alfonso V de Aragón, en el año 1424 se llevó la pieza a su Palacio Real de Valencia, hoy día desaparecido. Y en el año 1437 entregó el Santo Grial a la Catedral de Valencia.
En realidad, fue dejado a la Iglesia como garantía por el dinero prestado por la Catedral y el Consejo de la Ciudad para costear la guerra de Nápoles. Sin embargo, ni este ni sus sucesores lograron ya recuperar el Cáliz, que quedó custodiado por la Iglesia Católica en la Catedral de Valencia, donde continúa.
En 1809, ante la inminente llegada de las tropas francesas de Napoleón a Valencia, el Santo Grial inició un peregrinaje por Alicante, Mallorca e Ibiza, regresando en el año 1812 de nuevo a la Catedral de Valencia. Durante la Guerra Civil del 36, estuvo escondido en el municipio valenciano de Carlet. En la actualidad se expone en la Capilla del Santo Cáliz, en la antigua Sala Capitular de la Catedral de Valencia.
Como ocurre con el Cáliz de Doña Urraca, este Grial también está formado por la unión de dos copas. La superior es de calcedonia, finamente pulida y correspondería con el Santo Cáliz. Parece que podría proceder de un taller grecorromano y estaría datada entre los siglos II y I a.C. Está acompañada por un añadido posterior de arte islámico, formado por unas asas y un pie de oro que encierra una segunda copa ovalada invertida de calcedonia con un engaste en la base de perlas, rubíes y esmeraldas.
En fechas muy próximas, una tesis doctoral de la historiadora Ana Mafé García ha defendido la autenticidad del Cáliz en base a una compleja y larga investigación en la que se ha aplicado la regla de Laplace[16], según la cual la probabilidad que el Cáliz expuesto en Valencia fuera el Cáliz de la Santa Cena es de un 99%[17]. No obstante, la base del estudio no es la probabilidad matemática –que también resulta interesante y novedosa –, sino la metodología iconografía propia de la Historia del Arte.
La historiadora, en su tesis, de la que se ha publicado un libro[18], aborda la cuestión desde el estudio de los textos, los elementos que configuran la copa, las cuestiones técnicas que debería de cumplir el Santo Grial, en base a los preceptos judíos del siglo I[19] e incluso el tamaño mismo de la copa, que cumple con las dimensiones habituales de la época, e incluso resuelve un mensaje que hasta el momento se consideraba un misterio: las inscripciones al pie del Cáliz, que muchos venían un mensaje encriptado y que gracias a este investigación se ha podido concluir que se trata de una epigrafía, que aludiría a Jesús en base al idioma hebreo y a un árabe aljamiado. Es decir, sería un texto hebreo pero con grafía árabe.
En la misma dirección apuntan también los trabajos del catedrático valenciano Gabriel Songel, quien tras más de seis años de investigación concluye también en la autenticidad del Cáliz. Pues si bien nadie podrá nunca verificar si este Cáliz realmente estuvo en las manos de Jesús en la Última Cena, es incuestionable que la copa es coetánea a Jesús, cumple con todos los requisitos de la tradición judía de la época, y fue considerado como la reliquia santa que continúa siendo hoy en día desde los primeros tiempos del cristianismo. El autor, en su obra, también publicada este mismo 2020, El Cáliz Revelado[20], plantea una aproximación innovadora, conectando la Historia del Arte, la Orfebrería, la Numismática y la Paleografía, pero sin renunciar en ningún momento al rigor científico. Al contrario, se trata de una investigación extraordinariamente metódica, en la que destaco, personalmente, el análisis de las referencias al Santo Cáliz en las pinturas de la iglesia de Santa María de Taüll, en Lérida[21]. Aunque el mayor aporte, quizás, sea el descubrimiento inédito hasta el momento de un acróstico en un manuscrito del siglo XI que adelante en tres siglos las referencias escritas al Grial.
Dicho todo esto, y sin querer aburrir más al lector con datos y referencias a investigaciones, no podría acabar sin dar mi más sincera opinión. Es obvio que no somos quienes para afirmar ni desmentir nada de lo aquí dicho, entre otras cosas porque ni somos expertos en paleografía ni hemos tenido tampoco acceso a las fuentes originales que sí han podido ser investigadas por los diferentes autores. Pero no queremos acabar sin hacer un llamamiento a la reflexión. Pues no está mal que la razón y la ciencia acudan en ayuda de la Tradición, pero hay cosas que sólo se aprecian con los ojos del corazón. Quizás nos estamos volviendo demasiado materialistas, demasiado dogmáticos de la prueba científica, cuando nuestro conocimiento acerca del Universo –e incluso de nuestra propia historia– es un grano de arena en medio de una playa gigantesca. Quizás el Grial de Valencia no sea autentico, puede que tampoco el de Doña Urraca, o puede que incluso los dos estuvieran en la mesa de Última Cena. ¿Qué más da? ¿Realmente es tan importante? Para nosotros, el valor de las reliquias no está en lo que son, sino en lo que representan. Generaciones de hombres y mujeres de toda condición han acudido a postrarse frente a estas y otras tantas reliquias, para confesar ante ellas sus pecados, sus errores, sus amarguras, y también para depositar en ellas sus esperanzas. Para mí, eso hace santas a todas esas reliquias y a los lugares que las custodian. Porque han aportado esperanza y misericordia a quien las necesitaba, cuando lo necesitaban. Quizás, en eso reside su valor, un valor que sólo el corazón comprende.
A modo de conclusión
Como hemos podemos ver, existen hasta cuatro grandes tipos de Grial. El Grial como símbolo, como reliquia, como leyenda y como mito moderno. Empezando por esto último, el Grial se asocia en la actualidad con la “sangre de Jesús” o su linaje, a partir de varias obras –en su mayoría posteriores a la II Guerra Mundial –que mezclan leyendas diferentes y alcanzan la condición de mito moderno en la cultura popular con la publicación del Código Da Vinci.
La leyenda medieval del Grial, tal y como la conocemos, tiene su origen en Thomas Malory, quien unifica diferentes relatos, algunos muy notables, como el de Troyes, que probablemente se difundieron en el Camino de Santiago y mezclaron distintos mitos, muchos de ellos de origen celta y romano.
Las reliquias, como hemos visto, también son muy numerosas, como fruto de una época en la que la Iglesia vio en ellas un modo de enriquecimiento. Con esto no queremos restar valor a la devoción que muchas personas de buena fe tienen en las diferentes reliquias. Simplemente evidenciar lo obvio: las iglesias y los monasterios durante muchos siglos compitieron entre ellas para atraer devotos –y con ellos donaciones –usando las reliquias como reclamo.
Por último, el Grial como símbolo es mucho más antiguo que el Grial como reliquia, y se emparenta con otros muchos Objetos Sagrados o de Poder a los que hacen referencia todas las tradiciones precristianas, desde el Caldero de Cerridwen en la mitología galesa, a la cornucopia griega. Y es que este símbolo representa la búsqueda del hombre de su conexión con la divinidad. Se trata de una invitación al “viaje del héroe” de Joseph Campbell en busca de la propia felicidad y un sentido transcendente de la existencia.
Notas al pie:
[1] Esta obra, además, puede tratarse de un tratado oculto de astrología. Esta es una cuestión que lleva mucho tiempo discutiéndose en los cenáculos ocultistas, en los que tras el relato de Eschenbach, muchos creían ver claves astronómicas que relacionaban el hombre con el cosmos. En este sentido, sorprendió que Feliciano Pérez Varas, catedrático de germanística de la Universidad de Salamanca, en Sobre la recepción en el Parzival de Wolfram von Eschenbach (Parzival: reescritura y transformación / coord. por Berta Raposo, Karen Andresen,: 35 – 62.) asegurara que la fuente primigenia de la leyenda de Grial, sería un texto árabe de astonomía proveniente de la Escuela de Traductores de Toledo. De ser cierta esta hipótesis, corroboraría aquello que los ocultistas llevan siglos diciendo acerca de este texto. Quizás, incluso, sea cierto que consignaba las claves de algo que podía llevarte a la hoguera en la época: que la tierra era redonda.
[2] Hipótesis no demostrada.
[3] Sobre todo en la obra El Enigma Sagrado.
[4] A estas alturas nadie en su sano juicio cree la historia de Pierre Plantard, supuesto Gran Maestre del Priorato de Sión. Está más que probado que los documentos en los que basó toda su versión alternativa de la historia fueron falsificados por el mismo con la ayuda de su amigo Philippe de Cherisey. Estos documentos, supuestamente encontrados por Bérenger Saunière en Rennes-le-Château, estaban pensados para atribuir un supuesto linaje real –que se remontaría a Jesús de Nazaret y al Rey David –al propio Pierre Plantard. Una buena historia para una novela, como supo ver más años más tarde Dan Brown con su Código Da Vinci.
Con esto no quiero negar la existencia de una tradición muy antigua acerca del matrimonio entre María Magdalena y Jesús. Esta leyenda existió y recorre toda la Edad Media, sobre todo en Francia. Lo que digo es que Pierre Plantard urdió una vasta mentira a partir de antiguas tradiciones, como la llegada de la Magdalena y su hija, Sara a Francia, y misterios como los de Rennes-le-Château, metiendo, por supuesto, a los Cátaros por en medio. Una burda historia que mezcla cuestiones muy diferentes y motivada, posiblemente, por intereses económicos.
[5] La hipótesis es de Mathew Kuefler. El texto original puede leerse en: https://publicaciones.unirioja.es/ojs/index.php/brocar/article/view/1563/1462
[6] Profesor de navegación, astrónomo, matemático, arquitecto y diseñador de jardines.
[7] Es un conocido autor británico, aunque no muy popular en España. Esta es su web: http://www.grahamphillips.net/
[8] Se encuentran en la Universidad de al-Azhar de El Cairo.
[9] Fue el único califato chií de la historia, entre el 909 al 1171.
[10] Son muy pocos los textos y obras consultadas en los que aparecen referencias a Alí Iqbal al-Dawla como donante del Grial, pues en todos los textos se abra, en genérico, del emir de Denia, especialmente en internet. Sin embargo, por las cronologías del relato, que consideramos ciertas, sería Alí Iqbal quien ofreció ayuda a los egipcios y también quien logró que el Santo Cáliz llegara a España, entregándolo a Fernando I como obsequio. Nos basamos en el hecho que la efímera taifa de Denia (Al-Dàniyya), fue creada en el año 1010, tras la desintegración del Califato de Córdoba, por el eslavo muy arabizado Muyahid al-Amiri al-Muwaffaq al frente de un grupo de afectos a Almanzor, dando lugar a la dinastía reinante en Denia: los Amiríes. Muyahid al-Muwaffaq fue sucedido por su hijo, el mencionado Alí Iqbal al –Dawla, quien era hijo del emir y una cristiana.
Finalmente, el reino Taifa de Denia fue conquistado por el rey Al-Muqtadir en 1076, pasando a formar parte de la Taifa de Zaragoza. Sin el apoyo de otros reinos cristianos, como el del poderoso reino de León, la taifa de Denia no hubiese logrado sobrevivir siquiera los sesenta y seis años que lo hizo. Nótese, además, que aunque musulmana, fue fundada por un eslavo (es decir, de origen cristiano, algunos aseguran que de Cerdeña), y que su hijo era también hijo de una cristiana. Esta cuestión, que tampoco era tan rara en la época como pueda creerse, sí da importancia a la identidad del emir que entregó el Santo Cáliz a Fernando I, pues conocían como pocos en su época, el valor que dicha reliquia tendría para un reino cristiano y el prestigio que otorgaría a su poseedor frente a otros monarcas. Así, además, se ganaban una alianza que le los podría salvaguardar en el futuro. Aunque, en honor a la verdad, es una hipótesis propia, que consideramos plausible, pero que no está probada. De hecho, como hemos comentado, son muy pocos los textos en los que se hace una referencia explícita a Alí Iqbal al-Dawla, bien por no entrar en polémicas o bien por querer borrar el personaje de la historia del Grial.
[11] Las críticas a las que hacemos referencias fueron publicadas en Revista de Libros el 23/11/2015 y el 12/07/2017 por Alejandro García Sanjuán y Luis Molina y pueden ser consultadas en internet.
[12] Una de las varias ocasiones en las que he tenido la oportunidad de transitar el Camino de los Caminos.
[13] Referencias que tradicionalmente se han vinculado al mitraismo.
[14] Hasta dónde se, son los dos únicos templos en España que tienen referencia a este mito.
[15] La Colegiata también guarda otras reliquias importantes, como la mandíbula de San Juan Bautista, que probablemente encaja perfectamente con el cráneo que se custodia en Roma.
[16] La Regla de Laplace se emplea para calcular la posibilidad de un suceso equiprobale, es decir, igual de probable. Por ejemplo, en el lanzamiento de un dado de base seis y que obtengamos un 3 es de uno 1/6. ¿Por qué? Porque el caso favorable (A) a 3 es cociente del total de casos probables, es decir, 6. Matemáticamente lo formularíamos así:
En el ejemplo, P(A) 1/6.
También se conoce como la “probabilidad de que amanezca mañana”. En la actualidad se emplea para calcular la probabilidad de un evento que se ha observado pocas veces o incluso nunca se ha podido observar. En el caso que nos ocupa se ha podido emplear para verificar la probabilidad que el Cáliz de Valencia fuera el mismo que se usó (aunque puede que se emplearan varios) durante la Última Cena, tomando en cuenta todas las variables aleatorias.
[17] Calculada la probabilidad en relación al Cáliz de Doña Urraca, esta es sólo del 33%.
[18] Ver Para Saber Más.
[19] La cuestión de cumplir con los preceptos judíos es importante, dado que aunque podríamos hablar de la posibilidad de existir varios griales, es decir, varias copas en la mesa de la Última Cena –e incluso varias empleadas, ¿por qué no? por el propio Jesús, al hablar del Santo Cáliz estamos haciendo referencia a una copa muy concreta que se empleó en el rito pascual, tal cual explica San Marcos en su Evangelio (Mc 14,15). Este rito aún se practica en la actualidad, y aún las familias judías guardan con especial cariño y significación “la copa de las bendiciones” o copa de quidús de las cenas pascual y sabáticas. De hecho, si acudís a cualquier tienda especializada en kosher y judaísmo, encontraréis copas finamente labradas para ser empleadas en este ritual.
[20] Ver Para Saber Más.
[21] Pueden verse en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona
Para saber más:
Barber, Richard, El Santo Grial (Historia de una leyenda), La Liebre de Marzo, 2007.
Collins, Andrew, El Santo Grial, en busca de una leyenda, Minotauro, 2005.
Taranilla, Carlos Javier, El Santo Grial, Edit. Almuzara, 2018.
Margarita Torres, José Miguel Ortega del Río, Los Reyes del Grial, Madrid, Editorial Reino de Cordelia, 2014.
VV.AA, La Búsqueda del Santo Grial, Alianza Editorial, 1997.
Mafé García, Ana, El Santo Grial, Sargantana, 2020.
Songel, Gabriel, El Cáliz Revelado, Tirant humanidades, 2020.
Fuentes de las fotografías:
1.- www.freepik.es
2.- www.wired.co.uk