Formas curiosas de empezar el año.

Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – 05/01/2023

El final e inicio de un nuevo año es visto en todo el mundo como un momento muy especial, incluso mágico. Es el momento en el que dejar atrás todo lo malo del pasado y abrirse a las innumerables posibilidades y oportunidades que depara el futuro. Por ello, todas las culturas y regiones del mundo han creado rituales para atraer la prosperidad, la salud, el amor y la felicidad en el Nuevo Año.

En España son habituales ritos como las famosas doce uvas, vestir ropa interior roja, poner algo de oro en la copa con la que se brindará por primera vez, quemar romero o comer lentejas (una tradición de origen italiano pero que se ha vuelto también muy popular en España). Sin duda, muchas de estas prácticas se asientan en el “no perdemos nada por intentarlo” o en “no vaya a ser que por no hacerla nos vaya mal el año”. Porque en realidad, aunque racionalmente muchas de estas tradiciones nos parezcan absurdas y que no sirven para nada, algo en nuestro en nuestro interior nos dice que debemos continuar la tradición, aprendida de niños en casa de nuestros padres y abuelos, y que a su vez nosotros transmitimos a los más pequeños de la familia.

Quizás ese sea el verdadero espíritu de estas fiestas. La comunión con los nuestros, con nuestra familia y amigos, el retorno a la seguridad del hogar, revivir nuestra infancia y ofrecerle a las nuevas generaciones la oportunidad de ilusionarse con la vida, con los adornos, las leyendas, los encuentros familiares y los regalos. Y por supuesto, también aprender a dejar marchar sin pena y recibir con alegría los cambios que depara la vida. Por eso, pese a esa oleada de mal entendido nihilismo, que parece aborrecer la Navidad y las fiestas asociadas a ella, también somos muchos quienes reivindicamos el espíritu de la Navidad como una oportunidad para ser mejor y, sobre todo, aprender a compartir, disfrutar de la felicidad de ser generosos, amables, y la alegría del reencuentro con nuestros seres queridos.

Pero, ¿cómo lo celebran en las diferentes partes del mundo? ¿Qué ritos y celebraciones resultan más curiosas? Conozcamos algunas de los ritos y formas más curiosas de celebrar la entrada del Nuevo Año.

Sin duda, mi favorita y la que recomiendo a todo el mundo disfrutar al menos una vez en la vida es el Hogmanay de Edimburgo. El nombre es una expresión gaélica que identifica la fiesta del Solsticio de Invierno, pero que con el tiempo acabó dando nombre a la «Fiesta de Fin de Año y Año Nuevo» de Escocia. Es una celebración que se prolonga durante cuatro días. Comienza la noche antes de la última noche del año, es decir, la noche del 30 de diciembre, con una impresionante procesión de antorchas que recorren la Royal Mile y que sube hasta Calton Hill, quizás la colina más famosa de toda Escocia, donde se encuentran algunos de los monumentos más emblemáticos de la ciudad de Edimburgo, como el monumento dedicado a Dugald Stewart, filósofo y matemático escocés o el monumento nacional, de inspiración clásica, que recuerda mucho a los tempos griegos y romanos, y se levantó para honrar la memoria de los soldados escoceses muertos durante las guerras napoleónicas.

En esta procesión de antorchas participan más de 30.000 personas y está precedida por un centenares de gaiteros. Al acabar, tiene lugar uno de los espectáculos pirotécnicos más impresionantes de toda Europa.

Pero aquí no acaba el Hogmanay, ni mucho menos. Al contrario, sólo acaba de empezar, pues a lo largo de los siguientes días no pararán de sucederse eventos, desde el tradicional concierto de música barroca de Fin de Año, que tiene lugar en la Catedral de Saint Giles al impresionante Ceilidh en Old Twn, con la Royal Mile de nuevo como epicentro. La Ceilidh es una animada danza tradicional escocesa, que consiste básicamente en girar agarrándose del brazo de quien tienes al lado, agarrarse de las manos o por los hombros para bailar en círculos o simular que chocas con quien tienes delante. Puede parecer algo caótica, pero en realidad tiene su armonía, y participar de ella es una experiencia divertidísima, y casi imposible de evitar, pues son miles y miles de escoceses los que se echan a la calle para bailar a la vez durante la tarde del último día del año.

La última hora del año los escoceses la llaman «The Bells» y al llegar su final, es decir, en la media noche, en ese minuto en que acaba un año y comienza el siguiente, como ocurre en casi todo el mundo anglosajón, los escoceses se den las manos (cruzando los brazos sobre el pecho y formando un círculo con los demás) y cantan el conocido poema de Robert Burns «Auld Lang Syne». A la mañana siguiente tiene lugar el «Loony Dook» o “chapuzón de los locos”, el decano de todos esos baños y carreras a nado que tiene lugar el día de Año Nuevo, aunque aquí no es una competición sino una especie de baño ritual que se ha popularizado en extremo y realmente multitudinario. Tiene lugar en las gélidas aguas del fiordo de Forth, en bello South Queensferry, una de las zonas más pintorescas de Edimburgo, pero curiosamente no muy frecuentada por turistas, pese a que la zona alberga a muchos de los pubs y restaurantes más alegres de la capital de Escocia.

Y de mi segunda patria saltamos a Filipinas, donde la tradición está en vestirse con trajes de lunares, pues consideran que esto trae mucha buena suerte. A más lunares en el vestido o traje, más suerte se dice que atraes para el nuevo año. Además, como ritual de destierro del mal y lo negativo se ha de hacer mucho ruido. De este modo se ahuyentan los malos espíritus y la calamidad. Por magia simpática, se tiene la costumbre de comer fideos largos, para así disfrutar de una larga vida. Además, se han de encender todas las luces de la casa y los negocios, para poder disfrutar de un año brillante.

Otro ritual propiciatorio filipino es meterse monedas en los bolsillos y hacerlas sonar llegadas las doce de la noche.

En Argentina encontramos la tradición de vestir ropa interior rosa. No está muy claro cuál es el origen. Algunos dicen que es pagano y tiene que ver con ancestrales rituales a la fertilidad. Pero también hay muchos que consideran que el origen está en una de las velas de la Corona de Adviento, que suele ser rosa y se enciende como símbolo de la alegría por la llegada del Mesías. En realidad, la tradición de atraer aquello que más se desea para el nuevo año con la ropa interior es habitual en todos los países latinos. Y aunque se ha impuesto el rojo para atraer el amor, también era común usar el dorado para atraer la riqueza material o el verde para atraer la salud. En Argentina es el rosa para atraer la paz, la armonía y la felicidad en el hogar. La costumbre implica sobre todo a las mujeres y suele ser común que reciban esta ropa interior rosa como regalo de Nochebuena, para después vestirla en Nochevieja. Si bien, como ocurre en todas partes, un país tan grande presenta numerosas variaciones de carácter regional y durante las últimas décadas ha visto como las tradiciones se han modernizado incorporando otros elementos llegados de la mano de la globalización.

Otra tradición muy curiosa la encontramos en Dinamarca, donde es tradición romper la vajilla con la que se ha tomado la última cena del año. La tradición era romperla contra las puertas de las casas de familiares y amigos. Así, cuantos más platos rotos, más amigos y gente de confianza tenías. Sin embargo, esto cada vez se ve menos en la Dinamarca moderna y la gente se suele contentar con romper su vajilla en su propia casa y no contra las puertas ajenas.

También se considera muy propiciatorio saltar de lo alto de una silla al suelo justo al dar las doce. Una práctica que hace las delicias de los más pequeños que disfrutan encaramándose a los sofás, sillones y sillas a fin de dar un gran salto en el momento de sonar las doce. Los adultos cada vez practican menos esta tradición y se limitan a dar un «pequeño saltito» en el sitio.

En Japón, durante la cena de Nochevieja, nunca faltan los soba, que son fideos de trigo tradicionales en esta noche del año. Los soba, por su longitud, simbolizan prosperidad y un augurio de larga vida. A medianoche los templos hacen sonar su campanas ciento ocho veces para purificar los ciento ocho deseos mundanos que, según la doctrina budista, causan el sufrimiento humano. Los japoneses salen entonces a visitar los templos y brinda con amazake, un alcohol que se sirve muy caliente.

En las zonas rurales y ciudades pequeñas existe también al costumbre de madrugar mucho el primer día del año para contemplar el amanecer. Es un ritual conocido como Hatsuhinode y suele hacerse desde algún punto especialmente destacado como playas o montañas. Durante este amanecer se suele orar para pedir felicidad para el nuevo año.

Shōgatsu o «Año Nuevo Japonés», antaño se celebraba siguiendo un calendario tradicional solilunar que coincidía con el calendario chino, pero desde 1873 se adoptó el calendario gregoriano y lo celebran al mismo tiempo que los países occidentales, pero conservando intactas todas sus ancestrales tradiciones, como la de levantar kadomatsu o “pinos de puerta” colocado en parejas frente a las casas para recibir a los espíritus ancestrales o kami de la cosecha. Se colocan después de Navidad hasta el 7 de enero (o el 15 de enero, durante el periodo Edo) y se consideran viviendas temporales (shintai) para los kami. Durante este periodo, Shōgatsu en su interpretación más amplia denomina al primer mes o periodo del año, se realizan diferentes rituales para honrar y recibir a los toshigami (deidades), y obtener la bendición de los antepasados. Después del 15 de enero (o en muchos casos el 19) el kadomatsu se quema para liberar a los kami y los toshigami.

Hay que recordar que en Japón el Ikebana, también conocido como Kado o camino de las flores, es más que una técnica de arreglo floral, sino que también posee un profundo sentido espiritual, ligado con la filosofía Zen.

En Rusia se tiene la costumbre, que también es habitual en algunas otras zonas de Europa, de escribir los deseos en un papel, prenderle fuego y después echar las cenizas en una copa (generalmente champán o cava) con la que ha de beberse antes que pase el primer minuto del año.

Por su parte, en Puerto Rico se tiene la costumbre de tirar cubos de agua por la ventana en Nochevieja. Y aunque nos pueda parecer excesivo, en muchas partes de España también se practicaba hasta no hace mucho tiempo. De hecho, aún perdura la costumbre en algunas zonas rurales, en especial en Andalucía, de vaciar el cubo de agua con el que se ha fregado la casa en la calle. Así se “echan fuera” las energías negativas del año.

Otra costumbre puertorriqueña es la de entonar o recitar el “Brindis Bohemio”: «El bohemio calló; ningún acento profanó el sentimiento nacido del dolor y la ternura, y pareció que sobre aquel ambiente flotaba inmensamente un poema de amor y de amargura».

En Grecia, donde es costumbre pasar la Nochevieja jugando a las cartas, se suelen decorar las casas con granadas, ya que esta fruta es considerada símbolo de fortuna y abundancia.

Según esta tradición, momentos antes de dar la medianoche, se apagan todas las luces y la gente sale de la casa, simbolizando la partida del año viejo. Después entraran en la casa, con el pie derecho primero. La primera persona en entrar lleva la granada en la mano y la romperá contra la puerta.

En fin, como vemos, son muchas y muy variadas y divertidas las formas de despedir al año que se marcha y recibir el que llegar. Quizás, el modo en el que se haga sea lo de menos. Lo importante es despedir el año que se marcha con gratitud y recibir el nuevo con alegría, abriéndonos a la felicidad y la abundancia de la Naturaleza.

¡Que disfruten de un muy, pero que muy feliz 2023!

 

Fuentes de las fotografías:

1.- www.masedimburgo.com

2.- www.trendencias.com

3.- www.japonismo.com

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