Entre el poder y la sombra: amantes reales.

Escucha nuestro podcast en “Días de Radio” (Candil Radio) – 05/05/2022

 

Desde que el poder se ejerce (es decir, desde el origen de la Humanidad como tal), ha existido la figura de los amantes reales. Durante todas las etapas de la Historia, las distintas formas de organizarse social y políticamente dieron lugar a la disidencia, la búsqueda de nuevas formas de entender la realidad y, cómo no, la creación de espacios que estuviesen lejos de lo encorsetado de los protocolos reales.

Hoy, en La Estirpe del Lobo, venimos a hablaros de amantes reales…

 

Madame de Pompadour.

Quien tenga gran responsabilidad en la idea de París como capital de la cultura mundial, fue educada desde la cuna, a raíz de una vidente que le dijo a su madre que la criatura “reinaría sobre el corazón de un monarca”, para ser la amante de un rey.

Quizá es por ello que rondó el coto de caza del todopoderoso Luis XVI, consiguiendo su objetivo: llegó a ser considerada amante del rey incluso sabiéndolo la esposa del monarca. ¿Pero era solo compañía de cama y diversión? ¡No! Llegó a mediar en un acuerdo entre Austria y Francia que le evitó muchos problemas a Europa y fue una asesora cultural de primer nivel.

 

Alice Keppel.

Quien conociese al Rey de Inglaterra Eduardo VII a los 29 años, contando él 56, consiguió que ni una diferencia de edad tan marcada fuese de importancia para convertirse en la amante preferido de un rey tan prominente (conocido también por sus abundantes hijos bastardos).

Pero, como en el caso anterior, Alice Keppel no solo era una acompañante momentánea, debido a que se conoce la asistencia a Eduardo VII en su lecho de muerte. Debido a la prudencia que adornaba el carácter de Alice, muchos ministros de su graciosa majestad acudían a ella para que, en lo más relajado de la jornada del rey, sus argumentos fuesen expuestos y defendidos por alguien de la extrema confianza de la corona, que contaba incluso con el apoyo de Alexandra… la reina.

 

Grigori Orlov.

No solo existieron mujeres como amantes reales: también hubieron muchos hombres. Ese es el caso del influyente Grigori Orlov, quien cohabitase con la archiconocida Catalina La Grande, emperatriz de Rusia (quien, por cierto, contó en su haber con muchísimos amantes).

¿Y por qué conocemos tanto a Orlov? Porque, a pesar de amante de Catalina, fue el militar que dirigió el golpe contra, nada más y nada menos, que Pedro III de Rusia. Y no solo mostraron públicamente su amor según muchos testimonios, sino que además se sospecha que Alexéi Bobrinski fue el hijo que tuvieron en común.

 

Nellie Clifden.

De triste memoria en la familia real británica, fue amante del Príncipe de Gales, Eduardo. ¿Cómo fue su encuentro? Estuvo propiciado por sus compañeros cadetes granaderos de Curraugh Camp, en la bellísima Irlanda, que, cansados de la experiencia sexual de este miembro de la familia real, buscaron un encuentro que, finalmente, ocurrió.

¿Y por qué decimos “de triste memoria”? Porque según la mentalidad de la época, la Reina Victoria culpó a su hijo Eduardo de la muerte del Rey Alberto, que falleció por fiebre tifoidea, pensando que esta surgía de recibir sobresaltos.

El encorsetamiento ideológico de una sociedad acabó ensombreciendo una relación que, quizá en otros tiempos, habría estado más que aceptada.

 

Francisco Serrano y Domínguez.

Las correrías de la Reina Isabel II de España, una de las más longevas del siglo XIX en nuestro país, son más que conocidas. Sobre ella no es suficiente un capítulo, pero tampoco lo serían quince. Y entre los “múltiples deslices” de la madre de Alfonso XII se cuenta a Francisco Serrano y Domínguez.

Una de las piezas clave de la Historia decimonónica española, se convirtió en el amante favorito de Isabel II muy poco tiempo después de su matrimonio con Francisco de Asís (a la sazón, una de las figuras peor tratadas y, a la par, más interesantes). Esto le llevó a convertirse en Ministro de la Guerra, pero, tras su alejamiento, acabó implicándose en la Revolución Gloriosa que acabaría destronándola.

Si: en España, el destino del Estado no solo ha estado sometido a los gustos y apetencias de unos pocos en nuestra época, sino que viene de lejos.

 

Carmen Ruiz Moragas.

No abandonamos la Corona de España, pero en esta ocasión viajamos un poco más adelante en el tiempo: nos vamos a la primera mitad del siglo XX. Y es que Su Majestad Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, también tuvo sus idas y venidas con el amor fuera del lecho nupcial.

Y si una de sus amantes debe ser nombrada hoy aquí es la señora Carmen Ruiz Moragas. Actriz y esposa de Gaona (un torero de la época), encandiló al rey. Pero no quedó en lo que comúnmente llamamos una “canita al aire”: Carmen y Alfonso XIII tuvieron dos hijos: Leandro Alfonso y María Teresa. Leandro Alfonso seguro que les suena: con una apariencia completamente borbónica y de una educación exquisita, siempre reclamó para sí el apellido Borbón y el tratamiento de Alteza Real, como Infante de España que defendió ser.

 

Virginia de Castiglione.

Una mujer de armas tomar, inteligente, bella y con un glamour y un sentido de la moda, fue la amante más poderosa de Napoleón III de Francia. Llegó a conocerle a través de su primo, ministro del rey Victor Manuel II, y rápidamente se convirtieron en amantes, lo que provocó un escándalo de tremendas dimensiones en la sociedad italiana, lo que no pareció importarle.

Todo ello fue aprovechado por Virginia de Castiglione para codearse, entre otros, con el poderosísimo Von Bismarck. Su influencia fue tal que, incluso cuatro años después de dejar de verse con Napoleón III, su principal intención, que era apoyar el proyecto de unificación de Italia, acabó dando resultados.

 

Arabella Churchill.

De una pulcritud y sencillez que siguen recordándose como elementos definitorios de su carácter desde el siglo XVII, Arabella, defensora de la institución monárquica, llegó a tener con el rey Jaime II hasta cuatro hijos, para los que se obtuvieron títulos nobiliarios.

Porque, no es por nada, pero ya sonaba el apellido “FitzJames” en estos tiempos…

 

Conclusiones.

Podríamos habernos detenido en muchísimos nombres más, tanto de hombres como de mujeres que, por atracción sexual o por amor profundo, entraron en cortes o tocaron directamente el corazón de las personas más poderosas de la Historia, modificando para siempre el devenir del mundo.

En la Estirpe del Lobo siempre hemos sido partidarios de una forma de escribir la Historia que avance y, sin olvidar al documento, vaya más allá, a lo oral, al recuerdo colectivo… al sentimiento. Y eso hemos hecho: hemos traído a personalidades de una gran valía como elementos de la Historia que jamás podemos permitir que se pierdan en la niebla de la reducción simplista del pasado.

 

Fuentes de las fotografías:

1.- www.reprodart.com  

2.- www.abc.es

3.- www.es.m.wikipedia.org

4.- www.elespanol.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.