El Vampiro de la Cueva de Carrión, en María.

Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (15/04/2021)

 

Estremecedora historia real cuyo terrible recuerdo aún perdura en toda la comarca de los Vélez, en la provincia de Almería.

La historia que les vamos a contar es tan siniestra y terrible como real. Aún se narra entre susurros en la comarca de los Vélez[1]. Se trata del crimen atroz del vampiro de la cueva Carrión. Aunque más que un vampiro, deberíamos referirnos a él como un sacamantecas, pues el móvil y la manera de actuar fue muy parecido. Sin embargo, dado que no se buscó la grasa sino la sangre de la víctima y que este nombre se ha popularizado gracias al escritor e historiador almeriense Alberto Cerezuela, el primero en rescatar estos sucesos. Consideramos que lo más correcto es conservar este apelativo.

Los sucesos ocurrieron en la primavera de 1932, en la población de María, el pueblo donde nace el río Guadalquivir[2]. Allí vivía un hombre que enfermó de tuberculosis, enfermedad muy frecuente en la época. Como desgraciadamente ocurría en muchas ocasiones, los médicos no podían hacer ya nada por él y fue desahuciado por la ciencia. Pero el hombre, incapaz de resignarse a la muerte, buscó la ayuda de un curandero que vivía en la zona y al que se le conocía como “el brujo”. Este supuesto sanador le aseguró que podría curarse si lograba beber la sangre de un niño inocente.

Nadie en su sano juicio habría creído algo así, pero la incultura del hombre y su desesperación le llevaron a ver en aquel terrible acto, la cura a su enfermedad.

Lo primero que intentó fue engañar a un vecino de la cercana Vélez-Blanco, que atravesaba por un momento económico muy difícil, e intentó comprarle al menor de sus cinco hijos a cambio de un asno y algo de dinero que el enfermo tenía ahorrado. El vecino, que se llamaba Antonio López Sánchez, conocido en la comarca como “El Olimpo”, como narra Alberto Cerezuela en un artículo publicado en La Voz de Almería el 16 de agosto de 2015, se negó a semejante majadería. Pero el enfermo no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente, y aquella misma noche intentó secuestras al niño, aunque sin éxito.

El enfermo estaba desesperado y decidió que su vida era más importante que la de su propia hija, de apenas dos años de edad. Contra la voluntad de su mujer y asegurando en el pueblo que llevaba a la niña a pasar unos días a casa de sus abuelos, llevó a la pequeña hasta una cueva y allí le cortó la cabeza con un hacha y bebió su sangre.

Pronto los vecinos comenzaron a sospechar y el alcalde de Vélez-Blanco, don Joaquín Bañón Herraiz dio parte a la Guardia Civil. Dos días más tarde, el sargento Gabriel Callejo Acién encontró el cadáver en la cueva.

Por desgracia, los archivos están incompletos y es imposible saber, a día de hoy, si el padre confesó su delito o qué castigo recibió. Pero imaginamos que si la historia ha llegado hasta nosotros, es que acabó confesando su terrible crimen. De lo que sí podemos estar seguro es que con aquel asesinato no logró curar su enfermedad.

Este caso recuerda al caso del sacamantecas o crimen de Gádor, donde Francisco Leona Romero asesinó a un niño de siete años, Bernardo González Parra, para usar su sangre y vísceras como remedio curativo. El 28 de junio de 1910, Leona, junto a Julio Hernández “el Tonto”, secuestraron a Bernardo González Parra, le rajaron la axila, le extrajeron la sangre, lo asesinaron aplastando su cabeza con una roca, y luego le extrajeron la grasa.

Por desgracia, estos crímenes eran más habituales de lo que nos imaginamos. En la época era frecuente la creencia que ciertas enfermedades, entre ellas la tuberculosis, se podían curar si se bebía la sangre de un niño inocente y se untaba el pecho del tuberculoso con la grasa del pequeño.

El crimen se conoció cuando Leona intentó estafar a Julio Hernández y este fingió encontrar el cadáver y avisó a la Guardia Civil. Al parecer, un tal Francisco Ortega, conocido como “el Moruno”, había pagado 3.000 reales a Leona para que le proporcionara una cura contra la tuberculosis que padecía.

Leona finalmente fue condenado a morir a garrote vil, pero falleció en la cárcel sin que se llegara a ejecutar el castigo.

Otros muchos nombres de psicópatas que en la creencia –o aprovechándose de ella– de que la sangre y la grasa de los niños o de las mujeres jóvenes podían curar la tuberculosis o tratar otras muchasVçelez afecciones y patologías, pueblan la crónica negra de nuestro país. Junto a los dos mencionados, no podemos olvidar a Manuel Blanco Romasanta (1809 – 1863), quién aseguró de sí mismo ser un hombre-lobo, pero cuyos crímenes tenían como objetivo fabricar jabones para la piel con la grasa de sus víctimas. Otro criminal parecido fue Juan Díaz de Garayo Ruiz de Argandoña (1821 – 1881), el primero y auténtico “sacamantecas”[3], que violó y asesinó a seis prostitutas. Y cómo no, Enriqueta Martí Ripoll (1868 – 1913), la vampira de Barcelona o vampira del Raval. Esta mujer es un ejemplo de hasta dónde puede llegar la maldad humana. Además de proxeneta de niños, ejercía como curandera, vendiendo pomadas, ungüentos y elixires fabricados con la sangre, grasa y vísceras de sus víctimas.

 

Notas al pie:

[1] Los Vélez es una preciosa comarca del norte de la provincia de Almería, que aglutina los municipios de Vélez-Blanco, Vélez-Rubio, María y Chirivel. Se corresponde con el histórico Marquesado de los Vélez, concedido por la reina Juana I de Castilla en 1507 a Don Pedro Fajardo y Chacón, alcanzando Grandeza de España en 1535 –otorgada al II Marqués de los Vélez, Luis Fajardo de la Cueva, quien también fue nombrado I Marqués de Molina. Esta casa se considera el Primer Título Nobiliario del Reino de Granada, al igual que el de Murcia, de donde eran originarios los Fajardos. De ella nacen linajes tan conocidos como los propio Fajardo, pero también los Moncada y los Álvarez de Toledo (Casa de Villafranca del Bierzo, linaje más antiguo pero emparentado posteriormente con los Marqueses de los Vélez, así como con los Alba). En la actualidad, el título de Marqués de los Vélez recae sobre Don Leoncio Alonso González de Gregorio y Álvarez de Toledo, cabeza de la Casa de Medina Sidonia.

[2] En los últimos años se ha desarrollado una acalorada polémica sobre la cuestión de ¿dónde nace el río Guadalquivir? Tradicional e históricamente se había dicho que este río, auténtica columna vertebral de Andalucía y con un gran significado simbólico para los andaluces, nacía en Quesada, un municipio de la provincia de Jaén. Sin embargo, esto no es cierto desde un punto de vista geográfico, y como bien ha reivindicado el municipio de María, el Guadalquivir nace en la Comarca Almeriense de los Vélez, en concreto dentro del término municipal de María, en concreto en  Cañadas de Cañepla.

[3] Así se le apodó en la época.

 

Para Saber Más:

Cerezuela, Alberto, Almería, secretos y misterios, Almería, Círculo Rojo, 2014.

 

Fuentes de las fotografías:

1.- www.andalucia.org

2.- www.lavozdealmeria.com

3.- www.mitosysupersticionesmanchegas.blogspot.com

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