Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (20/05/2021)
En el Este de la Isla de Tenerife en Canarias se mantiene, desafiando a curiosos e investigadores, una de las construcciones más misteriosas sobre territorio español.
Canarias es una de las zonas que más misterios atesora en nuestro país. Desde las leyendas de los guanches hasta los más que numerosos reportes de avistamientos OVNIs, pasando por sus tradiciones y religiosidad popular, las Islas Afortunadas son un destino obligado para todos aquellos que gustan de la historia, el simbolismo y la búsqueda.
Hoy os traemos uno de los muchos emplazamientos apasionantes, en esta ocasión en la Isla de Tenerife: las pirámides de Güímar. Al este de esta isla capitolina se encuentra Güímar, fundado como municipio en el año 1812, como ciudad en 1961 y que cuenta con en torno a 21000 habitantes. Güímar está presente en la Historia desde la etapa guanche: es decir, antes del siglo XV, llevando el nombre del menceyato[1]en el que estaba incluido antes de la conquista.
Aun así, y a pesar de todo lo que hemos comentado hasta ahora,estas pirámides, sorprendentemente, pasaron desapercibidas nada más y nada menos que hasta el ocaso del pasado siglo XX.
Localizadas a casi 30 kilómetros de distancia de la capital, Santa Cruz de Tenerife, encontramos estas construcciones (un total de seis), escalonadas. Hoy incluidas en el Parque Etnográfico de Güímar[2], han estado rodeadas de polémica por las dispares interpretaciones que se le han dado desde su descubrimiento.
Las pirámides de Güímar.
Cuando Emiliano Bethencourt localizó un documento que heredó de su abuelo y que dataría de 1911, donde se refería la localización de una serie de majanos[3]en unas tierras de Güímar. Interesado en localizarlas, en el resultado de la mixtura entre el ansia de descubrir algo nuevo y de justificar algunas de sus posiciones sobre las conexiones entre los guanches y los atlantes[4], salió en su búsqueda, y las localizó prontamente. Sin embargo, fue ignorado por la comunidad científica a la vez que por aquellos que investigaban la Atlántida y los templarios (también Emiliano Bethencourt estaba convencido de las conexiones entre la Isla de Tenerife y el mundo templario).
Thor Heyerdahl y las Pirámides de Güímar.
Cuando también las instituciones canarias ignoraron sus intereses y postulados, coincidió con una mujer de origen noruego que se interesó en el asunto y contactó con el archiconocido Thor Heyerdahl[5], que ha sido probablemente el heredero de los antiguos viajeros de la época del Romanticismo. El deseo de Heyerdhal por demostrar la posibilidad de un contacto cultural en la Antigüedad, quizá fue el principal motivo que le llevó a desplazarse a Tenerife y comenzar a negociar con las autoridades para realizar una investigación seria sobre los majones de Güímar. Esta investigación arrancó en el año 1991.
A pesar de las reticencias de los arqueólogos de la Universidad de La Laguna (lo que comentaremos más adelante en este mismo artículo), el Instituto Astrofísico de Canarias concluyó que las Pirámides tenían una clara orientación solsticial (también nos detendremos en este aspecto). Uniendo estos dos aspectos, además del hecho de que Heyerdahl era nórdico y eso parecía dotarle de una mayor “respetabilidad”[6], ayudó a que este aventurero tuviese la oportunidad de acercarse a los majanos.
Con la ayuda financiera del armador Fred Olsen, figura con muchísimos intereses en Canarias, el noruego comenzó su investigación, y concluyó, resumidamente, lo siguiente: las Pirámides de Güímar no tenían las mismas características que el resto de pirámides agrícolas posconquista que podían localizarse en Canarias.
Aún así, no se ha llegado aún a una versión definitiva que case las conclusiones de las pesquisas llevadas a cabo por arqueólogos e investigadores de la simbología y la historia de la espiritualidad. Y aquí os reflejamos algunas de esas posiciones.
La posición arqueológica.
Según los arqueólogos científicos, las seis Pirámides de Güímar son única y exclusivamente paredones o majanos iguales a los levantados por los agricultores en otras partes de las Islas Afortunadas, en movimientos de piedras para ampliar los terrenos aptos para el cultivo y colocadas en los márgenes de los mismos, negando cualquier origen guanche, y datándolas, como mucho, 200 años atrás. Cabe decir que esta versión de un origen meramente acumulativo por parte de los trabajadores del campo es una versión muy extendida y defendida por los habitantes de Güímar.
Esto va totalmente en contra de las teorías de Heyerdahl y otras, negando la posibilidad de cualquier tipo de intercambio cultural con otros pueblos, y mucho menos, con el continente americano previamente a la conquista de 1492.
La posición de Heyerdahl.
Para Heyerdahl, estas pirámides no pueden ser solo piedras una encima de otras por dos motivos principales: que el suelo fue nivelado antes de la colocación de los elementos que las componen, y que las piedras de las esquinas están talladas. Además, a esto tenemos que unir que los materiales no son de la zona, sino rocas de lava.
Si a esto le sumamos las escaleras que permiten subirlas y que te colocan a quien asciende en una posición privilegiada para la contemplación del Sol, Heyerdahl, que no pudo nunca concretar quién las construyó o cuando, se atrevió a dar su particular visión: se trata de construcciones con carácter de culto religioso al Sol de civilizaciones antiguas. Además, para este aventurero noruego, Canarias habría servido como “base” marítima para viajes preconquista entre las civilizaciones del Mediterráneo y los pueblos americanos.
Güímar y las estrellas.
Según las conclusiones de los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias[7], las Pirámides de Güímar están claramente construidas y orientadas con una clarísima influencia astronómica: en un extremo señala la puesta de Sol en el Solsticio de Verano y en otro extremo, la salida del Sol en el Solsticio de invierno.
Si a esto le sumamos el fenómeno de la doble puesta del Sol en verano[8], da que pensar sobre que sólo fuese un depósito de simples piedras.
La influencia masónica.
Esta teoría, que encontramos en el libro del Dr. D. Antonio Aparicio[9], parece fundir las versiones astronómicas y mistéricas con la cronología defendida por la arqueología científica.
Según afirma, el propietario de la finca donde se localizan las Pirámides, Antonio Díaz Flores, era masón. Basándose en la influencia que la Masonería tenía en Canarias durante el siglo XIX, y más aún en la Isla de Tenerife, en esta teoría ni la datación ni la función de las pirámides cambia, pero sí que la Masonería habría influido en su estética, distribución y morfología, con un sentido mistérico.
Conclusiones.
A nadie escapa que estamos ante un fenómeno llamativo y difícil de estudiar, y más cuando los investigadores de la ciencia oficial y no oficial defienden posturas tan enconadas y contrarias entre sí.
Desde La Estirpe del Lobo no es la primera vez que recordamos que no todo está en los documentos. En este caso, tampoco parece que la historia oral, lo oral o folclórico, pueda aportarnos en exceso algo más de lo que ya sabemos y hemos intentado reflejaros aquí.
Sin embargo, para nosotros no son versiones tan contradictorias. Cuesta leer a Heyerdahl como si fuese un soñador o un iluso debido a sus aportaciones a los campos en los que trabajó, tanto como obviar aspectos que tanto él como los demás expresaron de forma evidente. ¿Y si resulta que efectivamente son a la vez templos antiguos de la sociedad preconquista, (por cierto, asociada a la figura del astro solar) y lugares donde los agricultores dejaron piedras mientras preparaban sus campos?
No nos gusta la investigación histórica estática y en cierta manera positivista que pretende considerar que los pueblos cambiaban al cien por cien desde “el día D y la hora H” que se produce un cambio político o fronterizo. No existe ninguna contradicción, a nuestro juicio, en considerar que ese lugar tiene una clara orientación astronómica, y que los habitantes del lugar (que lógicamente conviven desde siempre con las estructuras que nos ocupan y las miran con la normalidad de aquello que nos es corriente) conozcan que hayan ido cambiando de uso con el paso de los años.
Queda mucho por conocer tanto de las Pirámides de Güímar como de otros lugares y fenómenos de Canarias.
Queremos reconocer el magnífico trabajo de Dña. María Verónica Navarro Di Lanzo, “Las Pirámides de Tenerife”, como memoria del Trabajo Fin de Grado del año 2016 del Grado en Turismo de la Facultad de Economía, Empresa y Turismo de la Universidad de La Laguna, que nos ha aportado una visión global muy interesante y útil a la hora de acercarnos a la historia del fenómeno de las pirámides en la Isla de Tenerife.
Notas al pie:
[1]Menceyato se refiere a las demarcaciones administrativas del pueblo guanche. Estaban dirigidos por el Mencey, máxima autoridad social de este pueblo.
[2]En esta página www.piramidesdeguimar.esencontraréis toda la información sobre el Parque Etnográfico.
[3]Majano es una forma local de denominar a las pirámides.
[4]La conexión con la Atlántida es una de las leyendas más conocidas en relación a la existencia del pueblo guanche.
[5]Thor Heyerdahl(1914-2002), fue un aventurero y etnógrafo de origen noruego conocido por haber trabajado en multitud de disciplinas distintas, desde la zoología hasta la geografía. Viajó con una balsa artesanal desde Sudamérica hasta Tuamotu con el fin de demostrar el contacto cultural transoceánico.
[6]En La Estirpe del Lobo ya hemos comentado en varias ocasiones la triste posición en nuestro país, donde siempre se ha considerado mejor lo extranjero que lo local.
[7]Aparicio, Esteban y Belmonte, en 1991.
[8]El Sol “juega” con la Caldera de Pedro Gil, desapareciendo y reapareciendo hasta ocultarse definitivamente debido a la orografía del terreno.
[9]APARICIO JUAN, A.; ESTEBAN LÓPEZ, C., Las pirámides de Güímar: mito y realidad”, 2005, Centro de la Cultura Popular Canaria.
Fuentes de las fotografías:
1.- www.saposyprincesas.elmundo.es
2.- www.gabinetedecomunicacionyeducacion.com
4.- www.iac.es