Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – 11/11/2021
España está llena de grandes nombres. Es un país plagado de personalidades que, en un campo o en otro, han destacado, convirtiendo su nombre en sinónimo de valores, principios y gestas. Uno de los ejemplos es Diego García de Paredes: el Sansón de Extremadura.
Un lugar: Trujillo[1]. Un año: 1468. Unas circunstancias: las de la consolidación de los reinos cristianos en España y de su posterior expansión. Es, en la combinación de todo esto, que el día 30 de marzo de 1468 nace Don Diego García de Paredes. Era hijo de Sancho Ximénez de Paredes[2] y Juana de Torres[3]. Si algo marcó al joven Sansón de Extremadura fue el contemplar los “juegos de armas” de su padre, convirtiéndose rápidamente en un fuerte y hábil guerrero, venciendo a todos los de su generación ya desde muy corta edad.
Si algo destaca de la infancia de nuestro protagonista de hoy es que aprendió a leer y escribir en su infancia, algo que estaba claramente reservado a las altas esferas de la sociedad que vio la unificación de los reinos y la conversión de los mismos en una indiscutible potencia militar e imperialista. A Diego García de Paredes se le ha definido como hombre de una fuerza sobrehumana, cortés, sincero, leal, de carácter fuerte y proporcionado. Parecía que no existía caballero capaz de hacerle frente.
Protagonista de una increíble carrera militar.
Aunque (por desgracia dada la categoría del individuo) no disponemos de información previa a la muerte de su madre casi a finales del siglo XV (1496), sí que se da por hecho por parte de muchos historiadores su participación en la conquista de Ronda de 1485 bajo el mando de los Reyes Católicos y en la conquista de Granada[4], tanto, así como de las acciones militares que sumieron bajo control cristiano a Vélez-Málaga.
De todo lo anterior, como hemos dicho anteriormente, se tienen ligeras ideas, pero no ciencia cierta de su participación concreta. Como veremos a continuación, tendría muchísimo sentido que se le atribuyesen esas gestas aún sin haber participado, dada la grandeza del personaje. Pero de lo que sí tenemos constancia es de las gestas que os relataremos a continuación.
Uno de los escenarios: Italia.
Tras la unión de Aragón y Castilla, algo que puso en guardia a Francia y a multitud de zonas de la actual Italia, Diego García de Paredes y su hermano[5] acudieron a la zona de Nápoles, territorio en disputa. Pero, al llegar, ya la guerra había finalizado, y se vieron obligados a trasladarse a Roma[6] con intenciones de poder sobrevivir sirviendo a Su Santidad el Papa.
Para poder subsistir se dedicaron a duelos callejeros donde nuestro protagonista era imbatible. ¿Cómo funcionaban estos combates? Muy sencillo: se enfrentaban, y el que ganaba, tenía derechos sobre la capa del oponente derrotado, vendiéndola en el mercado negro. A pesar de eso, no era algo digno para alguien de su envergadura, por lo que los dos hermanos consideraron prudente presentarse a un cardenal llamado Bernardino López de Carvajal y Sande que era de origen español y, además, familiar suyo, a la sazón embajador de los Reyes Católicos ante el Papado. Y tras eso fue que surgió el fortuito y fugaz encuentro.
Como duelista.
Uno de los elementos que definió a la sociedad de aquella época eran los duelos, ya fueran o no por honor. Y Diego García de Paredes era un gran duelista, lo que acompañó y ayudó a que fuese considerado (incluso en vida) una leyenda. Pero él no sólo se dedicó a duelos dentro de lo que podríamos considerar “clase noble”: lo mismo luchaba con un señor que con un plebeyo.
Notable es que durante dos meses estuvo batiéndose en duelo contra caballeros de origen francés, conservando tanto la integridad como la vida, acabando con la práctica totalidad de todos los que osaban enfrentarse a él[7]. Aunque no hablaremos de su relación con el papado de los Borgia hasta dentro de unos instantes, si debemos comentar en este punto que se enfrentó en duelo a uno de los capitanes italianos de esta familia, y sin ningún tipo de piedad, acabó cercenándole la cabeza, lo que le ocasionó problemas respecto a la consideración militar que tenía en los Estados Pontificios, siendo encarcelado, fugándose posteriormente y sirviendo desde ese momento al Duque de Urbino (enemigo de los Borgia).
Alejandro VI y el Sansón de Extremadura.
El Papa Alejandro VI gustaba, como otros pontífices anteriores y posteriores a su mandato, de pasear por los alrededores del Vaticano, en los Estados Pontificios[8], donde conocían que su integridad no se vería comprometida. Fue ahí donde, según cuenta la historia, vio a Don Diego García de Paredes practicando un juego muy común en la época que consistía en lanzar o tirar una barra de prácticamente un metro de longitud, que debía caer de punta.
Como ya podemos imaginar a estas alturas, el Sansón de Extremadura venció a todos sus contrincantes, provocando un enfado generalizado, llevando a sus contrincantes a tomar las espadas para vengar su honor. Según cuenta la historia, Diego García de Paredes acabó con la vida de cinco de ellos, causó heridas a diez y dejó a todos los demás sin posibilidades de seguir combatiendo[9], consiguiendo que el Papa le nombre, nada más y nada menos que guardaespaldas personal[10]. A partir de este momento, las gestas del Sansón de Extremadura no pararon de crecer, siendo el primero en empuñar la espada para encontrar y ajusticiar a los culpables de la muerte de Juan de Borja, hijo del Papa, cuando apareció su cadáver en el Tíber; o demostrando su gran fuerza física como capitán de la familia Borgia en sus intentos de unificar a la península italiana bajo el poder del papa[11] junto a otros españoles en torno al año 1500.
Otras grandes gestas del Sansón de Extremadura.
Una de los contextos que, según se cuenta, convirtieron a Diego García en esa figura prácticamente mitológica, fue lo acontecido en Cefalonia. Según se relata, el Gran Capitán hizo llamar a Diego García de Paredes para colaborar en la recuperación de esta ciudad, que se encontraba defendida por setecientos jenízaros[12]. Cefalonia se encontraba en altura, y abajo se encontraban italianos y españoles.
Parece ser que los jenízaros usaron una herramienta bélica a base de ganchos, empujando a Diego García de Paredes dentro de la fortaleza, donde resistió hasta tres días el embiste enemigo, siendo capturado tras ello. Tras comprobar su fortaleza y capacidad militar decidieron perdonar su vida para que sirviese de elemento de negociación dado su gran valor militar, pero finalmente la ciudad fue tomada por las tropas comandadas por el Gran Capitán.
Esta fue la gesta que vio el final del nombre “Diego García de Paredes” y vio el nacimiento del sobrenombre que le acompañó no sólo hasta su muerte sino, como estamos comprobando hoy, hasta muchos siglos después: “El Sansón de España”, o Sansón de Extremadura.
Pero aquí no acaba todo…
Nápoles, África y la Península italiana.
En los inicios del siglo XVI[13] es nombrado Coronel de Los Tercios por parte de la familia Borgia. No hizo más que agrandar los rumores en torno a su persona, su inmensa capacidad militar y su increíble fortaleza física, incrementando los territorios bajo el poder de la familia que gobernaba los Estados Pontificios. En la Guerra de Nápoles, donde se enfrentasen Luis XII de Francia y Fernando el Católico, concretamente en 1503, habiéndose ya incorporado a dicho conflicto Diego García de Paredes, volvió a protagonizar otra increíble gesta: llevando la contraria al “todopoderoso” Gran Capitán por desavenencias técnicas, se enfrentó solo a todo un batallón francés, que no daba crédito a la cantidad de bajad que el de Trujillo provocaba entre los de sus filas.
Según hemos podido leer en diversas fuentes, y aunque los ejércitos españoles se retiraron debido a la inferioridad numérica, parece que el Sansón de Extremadura se fue con “un palmarés” de quinientos enemigos abatidos, habiendo conseguido salir con vida a pesar de haberla arriesgado enormemente.
Tras el final de la contienda es que Nápoles pasa a estar gobernada por los españoles, convirtiéndose el Gran Capitán en Virrey, nombrando, a su vez, a Diego García de Paredes Marqués de Colonnetta. Pero, a pesar de lo que podríamos pensar, no todo fueron aplausos…
España y el Sansón de Extremadura.
A pesar de que Diego García era aclamado y reconocido como un héroe en la práctica totalidad de las poblaciones de la Península Ibérica, cayó en desgracia al mantenerse leal al Gran Capitán durante las acusaciones de malversación que sufrió por parte de la corona española. Fue por eso que, de propia voluntad, decidió abandonar el territorio ibérico, lanzándose a la piratería.
Y sí: era lo único que faltaba para convertir a nuestro protagonista de hoy en toda una leyenda. En España se daba recompensa por su cabeza, y fue un gran azote de bereberes y franceses en el mar y en las costas mediterráneas. Pero, en el año 1508, abandonó la rebeldía tras ser convocado por Cisneros para luchar en el norte de África contra el Islam como un simple soldado cristiano, recibiendo el perdón real. Aun así, no fue suficiente para Diego García de Paredes, que tras todo esto volvió a trasladarse a los Estados Pontificios para ponerse a las órdenes del Papa Julio II, no haciendo más que crecer sus notables gestas, viendo como su leyenda, cada día, era mayor.
Tal era el calibre de lo que se contaba sobre el Sansón de Extremadura que el Rey Carlos I de España le nombraría Caballero de la Espuela Dorada. A partir de ese momento se mantuvo a las órdenes de Carlos I desde 1520[14] pero no sólo dentro de España, sino también en zonas como Austria o Hungría.
El final del Sansón de Extremadura.
Una vida tan impresionante y heroica como la de Diego García de Paredes parecía que tendría un final tan impresionante como su desempeño, pero no fue así. A pesar de haber acompañado a Carlos I incluso en su coronación como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, murió por caerse de un caballo cuando jugaba con unos niños a tirar un montón de paja. Tras recogerle comprobaron la cantidad de cicatrices que demostraban que ese hombre llegaba muchísimas décadas en la primera línea del combate.
Respetado por propios y contrarios, hoy sus restos descansan en la Iglesia de Santa María la Mayor, en Trujillo, sin saber que en la mentalidad colectiva su nombre es sinónimo de gallardía, entereza, fuerza y valentía. Gusten más o menos este tipo de historias, y se tenga más o menos en cuenta a personajes como este, Don Diego García de Paredes, quien se sabe que existió y que participó en tantas y tantas batallas, con resultados impresionantes, parece haber nacido de la ficción de la literatura romántica del siglo XIX, pero no: existió de verdad. Y hoy en La Estirpe del Lobo os lo hemos querido contar.
Notas al pie:
[1] Tierra que también fue escenario del alumbramiento de Francisco Pizarro.
[2] Del linaje “Delgadillo”, de rancio abolengo, naturales de Valladolid.
[3] De los Altamirano de Trujillo.
[4] Suceso que cambiaría para siempre la Historia de la Península Ibérica.
[5] Se trataba de su hermano bastardo.
[6] Capital del catolicismo y una ciudad que en esa época concentraba un gran poder.
[7] Algunos ni se atrevían a presentarse ante él tras haberle retado.
[8] De un tamaño notablemente más considerable que en la actualidad.
[9] No existe forma de comprobar fehacientemente las cifras.
[10] Sirva el término para hacer más comprensible el texto.
[11] Especialmente contra la familia Orsini.
[12] Turcos.
[13] Concretamente, en 1501.
[14] Guerra de los Comuneros de Castilla.
Para saber más:
www.franciscojaviertostado.com
Fuentes de las fotografías:
1.- www.larazon.es
2.- www.dbe.rah.es
3.- www.ecured.cu
5.- www.historia.nationalgeographic.com.es