El misterio del Mary Celeste.

Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – (03/02/2022)

El mar está lleno de misterios. Durante milenios, nos ha fascinado y aterrado al mismo tiempo. Aún hoy en día, es un gran desconocido, y los fondos abisales son, sin duda, la última frontera por explorar dentro de nuestro propio planeta. Es muy posible, además, que en las próximas décadas veamos florecer ciudades sobre islas artificiales e incluso ciudades submarinas. Aunque suene a ciencia ficción, existen ya proyectos en marcha para lograr ambas cosas. Pero esto es otra historia. La que hoy nos ocupa pasó hace aproximadamente un siglo y medio. Es una de las historias más enigmáticas que existen, al punto de ser consideradas por muchos como el mayor misterio de la historia naval. Nos referimos, como no, a la desaparición de la tripulación del Mary Celeste.

Lo que sucedió con la tripulación y los pasajeros de este bergantín británico-estadounidense sigue siendo uno de los mayores misterios sin resolver.

El Mary Celeste zarpó el 7 de noviembre de 1872 de la ciudad de Nueva York con más de 1.700 barriles de alcohol con destino a Génova, pero fue encontrado a la deriva cerca de las islas Azores el 5 de diciembre de aquel mismo año.

Fue la tripulación de otro mercante, el Dei Gratia, la que encontró aquel barco, el cual se encontraba en perfectas condiciones para navegar, con toda la carga intacta, así como todas las pertenencias personales de los pasajeros y la tripulación: el capitán Benjamin Spooner Briggs, su esposa y su hija pequeña y siete experimentados tripulantes.

Algunos investigadores aseguran que faltaba una de las barcas de salvamento, aunque este extremo es confuso, pues hay numerosas fuentes que aseguran que todos los botes de emergencia estaban en el buque.

¿Qué pasó con la tripulación? ¿Por qué abandonaron el barco?

La inspección del barco dejó claro que no había prueba alguna de violencia. Ni una sola prueba apuntaba a la existencia de piratas o algún motín o conflicto del cualquier tipo dentro de la nave.

El buque fue remolcado hasta Gibraltar, dónde se investigó a fondo la cuestión y analizó el cuaderno de bitácora, que había sido encontrado intacto. En aquel diario de a bordo, la última entrada fue escrita el 25 de noviembre, a las ocho de la mañana. La entrada no aportaba ningún dato interesante para desvelar el misterio. Únicamente, la posición del barco en aquel momento: 37º01´N25º01´O. Esto es, cerca de la isla Santa María, de las Azores. Esto eran unas 40 millas náuticas (unos 740 kilómetros) de donde lo encontró el Dei Gratia. Ni que decir tiene, que en esas fechas, en esas aguas muy transitadas, no hubo ninguna tormenta que pudiera poner en peligro la estabilidad de un barco de aquellas características.

Pese a todos los esfuerzos del Vicealmirantazgo de la Marina Real Británica por esclarecer los hechos, las investigaciones –en el argot, “audiencias”– quedaron inconclusas. En el proceso se barajaron y descartaron múltiples hipótesis, algunas lógicas, otras no tanto.

Aparte de las ya comentadas hipótesis que fueron descartadas por falta de mínima evidencia de violencia dentro del bergante, el ataque pirata o el motín, se barajó también la posibilidad de un fraude al seguro, aunque tampoco esto se pudo probar. Pero también se valoraron hipótesis como la del efecto de los vapores de alcohol en la tripulación, un terremoto submarino, una tromba marina, el ataque de un calamar gigante o algún fenómeno paranormal.

Ni que decir tiene que nada más conocerse los hechos, el Mary Celeste se convirtió en sinónimo de “barco fantasma”, generando una notable colección de historias y leyendas que hacen muy difícil discernir la verdad de la leyenda.  Por ejemplo, en junio de 1883, Los Ángeles Times relató la historia del Mary Celeste inventando la mayor parte de las cuestiones: «Cada vela estaba desplegada, la caña del timón golpeteaba velozmente (…) El fuego ardía en la cocina. La cena estaba sin probar y apenas fría …» o más tarde, algunos diarios y revistas situarían el hallazgo frente a las cosas de Cabo Verde.

Aunque para muchos, el responsable involuntario de la popularidad del Mary Celeste fue el mismísimo Arthur Conan Doyle. Hay que recordar que Conan Doyle era médico y que uno de sus primeros trabajos fue de cirujano en un barco, cuando apenas contaba 25 años de edad. Esto fue lo que hizo que se interesara por el tema y escribiera un pequeño relato que se publicó en la edición de enero de 1884 del Cornhill Magazine. Fue uno de los primeros trabajos de Arthur Conan Doyle. La historia de Conan Doyle, titulada «J. Habakuk Jephson’s Statement», no se adhirió a los hechos. Retituló el barco como Marie Celeste, el nombre del capitán era J. W. Tibbs, el viaje fatal tuvo lugar en 1873 y fue de Boston a Lisboa. Aquí debería haber acabado la cosa, pero el cónsul de Estados Unidos en Gibraltar le dio cierta credibilidad, alimentando la leyenda.

El barco continuó en activo hasta que unos años después, su nuevo dueño lo estrelló en las costas de Haití para cobrar el seguro.

Mucho antes de todos estos acontecimientos, el Mary Celeste ya había protagonizado otro incidente, cuando chocó contra otro barco en el canal de la Mancha, tras zarpar de Londres. Sin embargo, por aquel entonces el buque, que había sido construido en los astilleros de Joshua Dewis en Spencer’s Island, Nueva Escocia, a finales de 1860, se llamaba Amazon. Curioso ¿verdad?

Fuentes de las fotografías:

1.- www.hdnh.es

2.- www.pybonacci.es

3.- www.mentesliberadas.com

 

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