El asesinato de John Fitzgerald Kennedy.

Escucha nuestro podcast en «Días de Radio» (Candil Radio) – 01/12/2022

El pasado martes 22 de noviembre se cumplían 59 años del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, 35º Presidente de los Estados Unidos de América y uno de los presidentes con un mandato más efímero, que a la postre, más influencia ha tenido en las décadas siguientes. Y es que John F. Kennedy apenas estuvo dos años en el cargo, entre el 20 de enero de 1961 y el 22 de noviembre de 1963. Sin embargo, su extraordinaria personalidad y carisma ha hecho que sea uno de las figuras más relevantes y queridas tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Para comprender la transcendencia del personaje, basta recordar la situación tan complicada en la que llega al poder y tiene que desenvolverse.

En el plano interno, el mayor reto era la consecución de los derechos civiles para todos los americanos y el fin de la segregación racial. Hay que recordar que la época de Kennedy es también la época de otro grande del siglo XX, el ministro de la Iglesia Bautista y activista contra el racismo Martin Luther King, quien moriría asesinado unos años después que Kennedy. Hay que recordar que apenas siete años antes de la victoria de Kennedy en las presidenciales, la Corte Suprema de los Estados Unidos había fallado que la segregación racial en los colegios públicos era inconstitucional. Esto pasaba en 1954, pero a comienzos del mandato de Kennedy, las situación no había mejorado mucho, y cuando James Meredith trató de matricularse en la Universidad de Misisipi, estallaron violentas manifestaciones estudiantiles contra el derecho de Meredith a matricularse en una universidad considerada hasta ese momento como exclusiva para blancos. Kennedy no se lo pensó dos veces, y dado que el gobernador y las autoridades locales no estaban por la labor de hacer nada por la aplicación de la ley, envió a 400 agentes federales y a 3.000 militares para garantizar que James Meredith se pudiera matricular y cursar sus estudios universitarios.

En el plano internacional, la situación era aún más complicada: en medio de la Guerra Fría, Estados Unidos y Rusia competían en los albores de la Carrera Espacial, desarrollaban todo su potencial nuclear en el marco de la estrategia conocida como “política de disuasión”, acaba de empezar la guerra del Vietnam (el conflicto arrancó mucho antes, pues en realidad estamos ante la segunda Guerra de Indochina, pero USA inicia sus operaciones militares en 1960), estalló la famosa crisis de los misiles en Cuba, y el golpe de estado del Partido Baaz en Irak, que el propio Kennedy respaldó y supuso el camino hacia el poder de Saddam Hussein, que por aquel entonces (llegaría al cargo en 1979) colaboró con la CIA en el asesinato de un número indeterminado (se cree que decenas de miles) de supuestos izquierdistas y comunistas iraquíes.

Y por si faltaba algo en este complejo puzle, la economía de USA estaba hundiéndose con la tercera recesión en menos de cinco años y un desempleo que había pasado del 3% al 7% a inicios de 1961. Sin embargo, y gracias a una política expansionista, con los que se conocerían como los primeros presupuestos con déficit de la historia americana (aunque esto no es del todo cierto, es algo que ha quedado en el inconsciente colectivo) que permitieron girar la situación y lograr un crecimiento del PIB del 5,5%, controlar la inflación en el 1%, bajar el desempleo y aumentar la producción industrial en un 15% llegando a subir las ventas de automóviles un 40%, gracias a las políticas económicas que impulsó el equipo de Kennedy.

Si todo esto, junto a discursos que ha quedado para la historia, como el famoso «Ich bin ein Berliner» o el de «la Nueva Frontera», junto a proyectos como la creación del Cuerpo de Paz, el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares. el Acta de los Derechos Civiles que se aprobaría después de su muerte, en 1964 o la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965, también impulsada por la Administración Kennedy, pero que sólo se logró aprobar cuando el 35º Presidente ya había sido asesinado, no hizo de su figura una leyenda viva que despertaba pasiones enconadas tanto a favor como en contra, debemos recordar que su propia existencia era vista con recelo por las élites más conservadoras y tradicionalistas de Estados Unidos. Estamos hablando de un hombre joven para la media de los políticos norteamericanos, católico y de ascendencia irlandesa. Si analizamos el contexto sociocultural de los Estados Unidos de América en aquella época, no estaremos muy errados al afirmar que su elección fue tan inimaginable apenas una década antes como la elección de Obama en 2008.

Con todo lo dicho ya nos podemos hacer una idea de los muchos enemigos que tenía Kennedy el gran número de personas que quería verlo muerto. Desde el Ku Klux Klan a la mafia, pasando por ciertos sectores de la CIA y el ejercito norteamericano. No es de extrañar, por tanto, que tras su asesinato surgieran decenas de teorías de la conspiración.

La versión oficial sostiene que fue Lee Harvey Oswald, el autor de los tres disparos que acabaron por matar al Presidente. Sin embargo, Oswald, que fue arrestado en un teatro sólo 80 minutos después del magnicidio, aseguró no haber matado a nadie y ser sólo un señuelo que accedió a colaborar con una supuesta organización estatal de la que fue incapaz de dar ningún dato, para eludir la acusación de matar a un oficial de policía de Dallas, J.D. Tippit, que pendía sobre él.

Los hechos tuvieron lugar en la calle Elm de Dallas (Texas) mientras Kennedy viajaba en un Ford Lincoln Continental Convertible, a las 12:30 p. m. el 22 de noviembre de 1963, durante su gira política por el estado de Texas. Fue en ese momento y en ese lugar cuando recibió los impactos de bala que lo hirieron -siembre según la versión oficial– y que terminarían por acabar con su vida una hora más tarde, cuando los médicos del Memorial Parkland nada pudieron hacer para salvarlo.

Tras su muerte se creo la llamada «Comisión Warren» para esclarecer los hechos e indagar en los motivos del asesino. Sus conclusiones, que Oswald actuó sólo sin que pudieran aclararse las motivaciones ya que el propio Oswald fue asesinado dos días después, cuando Jack Ruby, un conocido mafioso de Chicago, se abrió paso entre una nube de periodistas, se saltó la seguridad y logró llegar hasta el Oswald en los aparcamientos subterráneos de la policía, disparándole dos veces.

Apenas tres años después, Jack Ruby murió como consecuencia del cáncer de pulmón que sufría. Aseguró en todo momento que el asesinato de Oswald no fue premeditado sino fruto de la ofuscación del momento, pues admiraba al Presidente Kennedy.

Esta sucesión de acontecimientos nos da una idea de lo abonado que estaba el terreno para las teorías de la conspiración y por qué la versión oficial de la muerte de Kennedy jamás fue aceptada por la sociedad norteamericana. De hecho, la presión popular obligó a constituirse al conocido como Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos para investigar los asesinatos de John F. Kennedy y el Dr. Martin Luther King. El comité se constituyó en 1976, pero sus investigaciones en realidad no pudieron empezar -así lo tenían de difícil incluso una década después- hasta 1978, prolongándose hasta 1979, cuando emitieron su informe final en el cual se reconoció oficialmente que el asesinato de John Fitzgerald Kennedy había sido consecuencia de una conspiración, aunque no se podía precisar sus autores.

Aquel comité concluyó también que el gobierno soviético no estaba implicado en el asesinato del presidente Kennedy, tampoco los grupos cubanos, pero no se descarta la posibilidad de que miembros de estos grupos, como individuos, lo estuvieran. También negaron cualquier implicación de la Mafia, si bien, igual que con los grupos castristas, se dejaba la puerta abierta a la implicación de individuos vinculados al crimen organizado. Se aseguró también que tanto los Servicios Secretos como el FBI y la CIA no estaban implicados en el asesinato, pero que tampoco estuvieron muy finos en el cumplimiento de sus funciones porque, como textualmente dice el informe John F. Kennedy “no recibió una protección adecuada”.

¿Qué ocurrió entonces realmente? Lo cierto es que de los cuatro disparos que se realizaron, tres lograron impactar en el cuerpo de Kennedy y un cuarto en el asiento. Si fue uno o más de uno los tiradores, tampoco ha quedado claro en ningún momento, manifestándose la cuestión incluso en diversos documentos oficiales. De hecho, se sabe que el arma que se encontró estaba fría, lo cual era impensable después de ser disparada tres veces hacía sólo unos minutos. ¿Quién ideó el asesinato? Lo cierto es que es muy probable que nunca lleguemos a saberlo con certeza, en gran medida por la desinformación e intoxicación de los teóricos de la conspiración que han llegado a afirmar que no sólo hubo dos tiradores, sino que había en realidad dos Oswald y hasta dos John F. Kennedy.

Las teorías surgidas son de lo más sugestivas y aunque no tenemos tiempo de desgranarlas todas, mencionemos, al menos, las más conocidas:

Teoría de la Reserva Federal: la Reserva Federal es una entidad privada, controlada fundamentalmente por la Casa Morgan, los Rockefeller y los Rothschild, con quien supuestamente Kennedy tenía malas relaciones, lo cual no era cierto, sino justo todo lo contrario.

Teoría de Lyndon B. Johnson, el vicepresidente de Kennedy y se convirtió en Presidente.

La Conexión Texana, la cual relaciona la causa del asesinato no con el Presidente en sí mismo, sino con su hermano Robert Francis “Bobby” Kennedy, fiscal general de Estados Unidos, que pretendía encausar por malversación de fondos al magnate tejano Billie Sol Estes y al Vicepresidente Johnson por malversación de fondos en su época de gobernador y senador.

La Teoría Nixon, quien lograría ser presidente en 1969 y padre del discurso de “la mayoría silenciosa”. Había perdido las elecciones contra Kennedy y muchos consideraron que el asesinato había sido fruto de una venganza del destronado Nixon.

La Teoría de la CIA, que tiene dos versiones diferentes, aquella que habla de una acción directa propia o en común con el denominado “estado profundo” y la que plantea que lo hizo en concurso con los anticastristas. Existe una tercera versión en la que la CIA está implicada junto a la Mafia.

La Teoría de la Mafia que, como hemos visto, algunos plantean en conveniencia con la CIA y otros con el FBI, la llamada conexión Hoover (entonces director del FBI). Esta teoría, además, también enlaza con la del vicepresidente, pues Hoover y Johnson eran íntimos amigos.

Y no falta, por supuesto, la teoría de una conspiración israelí, descontentos por las simpatías de Kennedy hacia algunos grupos árabes y porque no estaban recibiendo el apoyo que esperaban de USA para la creación de su propio programa armamentístico nuclear.

Muchas y muy complejas teorías, con cientos de vasos comunicantes, con inexplicables muertes de numerosos testigos, con unos agentes de los servicios secretos encargados de cuidar al presiente que no estaban en su lugar (el vehículo contaba con dos estribos en los que debían estar situados dos agentes que impedirían la visión de cualquier francotirador, pero que habían abandonado sus puestos sin que jamás se haya explicado el por qué) y numerosos intereses en juego que nos llevan a pensar que con una lista tan larga de enemigos tan poderosa, la sorpresa es que viviera tanto.

 

Para saber más:

1.- www.biografiasyvidas.com

2.- www.elmundo.es

3.- www.cnnespanol.cnn.com

 

Fuentes de las fotografías: 

1.- www.azsalud.com

2.- www.abc.es

3.- www.bbc.com

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