El equipo de Juan Carlos Izpisúa ha creado embriones con células humanas y de macaco. El experimento permite avanzar en el conocimiento de las primeras fases de la gestación y allana el camino para la obtención, en un futuro, de órganos para el trasplante en animales.
Conocidos como quimeras, los híbridos entre diferentes especies no son ninguna novedad. La ciencia lleva años desarrollando este tipo de embriones. En 2017, por ejemplo, se logró un embrión híbrido de cerdo y humano. Sin embargo, lo que hace importante este avance, es la novedosa tecnología que se ha empleado y el índice de supervivencia de los embriones. Tres llegaron con vida al final de proceso, aunque a los 19 días fueron destruidos. La meta de los 19 días no es baladí, por encima de ese tiempo se iniciaría la formación de tejido nervioso, por lo que no se considera ético continuar con la experimentación.
El científico Juan Carlos Izpisúa recalca que no se trata de buscar una nueva especie híbrida, sino de comprender el desarrollo embrionario con la meta de poder lograr generar tejidos destinados al trasplante de órganos partiendo de células madres.
Estos tejidos podrían generarse en una especie hospedadora –como señaló en el Dr. Izpisúa– avanzando en el campo del xenotrasplante y paliando la carencia de órganos para trasplantar que sufrimos en la actualidad.
La investigación se realizó gracias el equipo de Weizhi Ji, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Kunming en Yunnan (China), y parte esencial en la investigación, generó el año pasado una tecnología que hizo posible que embriones de mono sobrevivieran y crecieran fuera del cuerpo.
Sin duda, es un gran avance para la ciencia y una gran esperanza para muchos pacientes. Es un paso de gigante en la medicina regenerativa. Sin embargo, no está carente de riesgos, pues la tecnología que se está desarrollando en la actualidad permitirá en un futuro no muy lejano la creación de especies híbridas y una transformación radical de la propia concepción del ser humano. Un desafío ético que la sociedad en su conjunto debería debatir y no sólo delegarlo en comités de expertos. Al final se trata de comprender los cambios que se están produciendo y garantizar que los beneficios de esos avances científicos lleguen por igual a todo el mundo y estén regidos por estándares de calidad éticos y jurídicos que salvaguarden no sólo los derechos humanos, sino también los derechos de especies no humanas.
Fuentes de las fotografías:
2.- www.elpais.com